“Hay personas que son jóvenes de edad y viejas de espíritu, pero hay otras que a pesar del paso de los años, se mantienen con un espíritu joven, ahí está el secreto”, dijo el obispo Djalma ante más de 3000 personas que se acercaron al Templo de la Fe, en Almagro, para participar de la reunión.
El obispo usó dos ejemplos bíblicos para mostrar que la diferencia está en el espíritu de la persona:
“Era Barzilai muy anciano, de ochenta años, y él había dado provisiones al rey cuando estaba en Mahanaim, porque era hombre muy rico.
Y el rey dijo a Barzilai: Pasa conmigo, y yo te sustentaré conmigo en Jerusalén. Mas Barzilai dijo al rey: ¿Cuántos años más habré de vivir, para que yo suba con el rey a Jerusalén? De edad de ochenta años soy este día. ¿Podré distinguir entre lo que es agradable y lo que no lo es? ¿Tomará gusto ahora tu siervo en lo que coma o beba? ¿Oiré más la voz de los cantores y de las cantoras? ¿Para qué, pues, ha de ser tu siervo una carga para mi señor el rey? Pasará tu siervo un poco más allá del Jordán con el rey; ¿por qué me ha de dar el rey tan grande recompensa? Yo te ruego que dejes volver a tu siervo, y que muera en mi ciudad, junto al sepulcro de mi padre y de mi madre. Mas he aquí a tu siervo Quimam; que pase él con mi señor el rey, y haz a él lo que bien te pareciere.”, (2 Samuel 32:32-37).
Barzilai, con 80 años de edad, ya no tenía más ganas de luchar, prefirió ir a su ciudad a esperar su muerte, era viejo de espíritu, en cambio, Caleb demostró que tenía otro espíritu: “Ahora bien, el Señor me ha hecho vivir, como él dijo, estos cuarenta y cinco años, desde el tiempo que el Señor habló estas palabras a Moisés, cuando Israel andaba por el desierto; y ahora, he aquí, hoy soy de edad de ochenta y cinco años. Todavía estoy tan fuerte como el día que Moisés me envió; cual era mi fuerza entonces, tal es ahora mi fuerza para la guerra, y para salir y para entrar. Dame, pues, ahora este monte, del cual habló el Señor aquel día; porque tú oíste en aquel día que los anaceos están allí, y que hay ciudades grandes y fortificadas. Quizá el Señor estará conmigo, y los echaré, como el Señor ha dicho.”, (Josué 14:10-12). Aun con 85 años, Caleb seguía firme como el primer día, todavía tenía ganas de luchar y deseaba tomar posesión de la tierra que Dios le había prometido. Su espíritu se mantenía joven.
A continuación, el obispo oró por las personas que reconocieron tener un espíritu cansado y se hizo una oración fuerte para reprender los males que afectaban sus vidas.
Finalmente, todos los presentes entregaron sus vidas a Dios y luego recibieron una gran noticia, el trabajo del Grupo Caleb, dirigido por el pastor Carlos, empezará a expandirse por todo el país, para ayudar y contener a las personas mayores de 50 años que forman parte de la Universal. Esté atento a las novedades.
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