A partir del lunes 8 de diciembre, el Código Alimentario Argentino sufrió una modificación que hará más saludable la comida de todos: está prohibido producir y comercializar alimentos con grasas trans, una sustancia cuyo consumo continuado amenaza la salud cardiovascular. De acuerdo con un estudio del Instituto de Efectividad Clínica y Sanitaria (IECS), esta medida evitará más de 5000 complicaciones cardiovasculares y 1500 muertes por enfermedades coronarias al año, lo que redundaría en un ahorro anual de unos 860 millones de pesos para el sistema sanitario.
“La eliminación de las grasas trans tendrá un gran impacto en la salud pública e implica un importante ahorro de dinero para el sistema de salud. En poblaciones de nivel socioeconómico más bajo, donde el consumo de grasas trans es mayor, este efecto podría ser mucho más grande. Además, es una medida sumamente efectiva porque es universal y llegará a toda la población, incluidos los chicos.”, aseguró a La Nación el doctor Adolfo Rubinstein, líder del equipo del IECS.
Los consumidores deben empezar a leer las etiquetas, donde dice grasas totales y grasas trans y elegir las que dicen “Cero grasas trans”.
Actualmente, los cinco grupos de alimentos con mayor contenido de grasas trans son los baños de repostería, los productos de panadería, los alfajores, las barritas de cereal, las galletitas y los platos precocidos.
“Saqué fuerzas de donde no tenía para ir a la iglesia”
Santos Vicente Baquel, cuando estaba en su trabajo, comenzó a sentir un dolor intenso en el pecho y se desplomó. Era un infarto fulminante que le provocó una hemorragia interna, la cual puso en peligro su vida. En el momento en que llegó al hospital estaba prácticamente muerto y los médicos no le daban esperanzas de vida.
En esos momentos, su esposa estaba a punto de ser internada en una clínica psiquiátrica porque los trastornos psicológicos habían empeorado. Tomaba muchas pastillas para mantenerse cuerda y aun así no dormía.
Entonces, recordó una invitación para asistir a la Universal y decidió acercarse. “Ella pedía que me salvara y yo comencé a salir del estado de coma, cuando me recuperé participé de la reunión de sanidad y liberación junto a ella. Dios hizo un milagro, fui sanado. Valió la pena usar nuestra fe porque nuestra salud fue restaurada completamente”, afirma junto a su esposa.
Ellos concurren a la IURD de San Juan en Mitre 73.
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