Vuelve a su casa después de un día agotador en el trabajo, en el ascensor del edificio se encuentra con aquella vecina que siempre tiene algo para quejarse de usted. Realmente, ese no fue un día fácil y no ve la hora de que llegue su marido para desahogarse contándole todas las situaciones en las que se sintió impotente, cansada y víctima de injusticia.
Pero, ¿ya se detuvo a pensar que su marido también pudo haber tenido un día difícil y está cansado como usted? Además, generalmente, los hombres no suelen expresar sus aflicciones de la misma manera que las mujeres. Ellos buscan otras formas para relajar la mente, en lugar de conversar.
Mucho más allá de la generalización que involucra el comportamiento de hombres y mujeres, la necesidad de hablar mucho de ellas puede tener una base científica. El supuesto parloteo femenino ha sido aceptado como una característica comprobada, incluso hay teorías que atribuyen la existencia de centros de coordinación del lenguaje tanto en el hemisferio cerebral izquierdo como en el derecho en las mujeres, mientras que en el cerebro de los hombres las áreas del habla están restringidas al hemisferio izquierdo”.
La estrategia de que los soldados compartan traumas vividos en guerras con otras personas ya se convirtió en una conocida práctica por terapeutas en regiones en conflicto. Es como si cuando ellos cuentan el episodio que los traumó estuviesen reviviendo nuevamente aquella situación que los perturbó, pero esta vez, acompañados por alguien, lo que vuelve el trauma menos pesado. En esta misma línea de pensamiento, la mujer que desea compartir todo lo que le sucedió, busca vivir las experiencias negativas que tuvo aquel día, solo que esta vez, acompañada por su marido.
Sin embargo, si se detiene a pensar, contarle a su esposo sobre lo aburrido que resulta ser su jefe o sobre cuánto la molesta su vecina, no alterará el día que tuvo ni cambiará a las personas que la perturban. La auxiliar comercial Kátia Virginia de 32 años, siempre fue muy comunicativa y se dio cuenta que eso podría perjudicar su matrimonio. “Siempre me gustó expresarme, decir lo que pienso, exponer mis opiniones, pero comencé a darme cuenta que esto también tiene sus puntos negativos”, afirma.
Solo bastaba que su marido llegara a casa, para que ella comenzara a depositar todo lo que le había sucedió en el día en los oídos de él. “Quería compartir los problemas que habían sucedido en el trabajo, en el día a día, o contar alguna situación diferente. Tenía muchas ganas de compartir con él en el mismo momento, cuando recién llegaba, pero me di cuenta de que estaba distraído, parecía desinteresado. Una solución que encontré fue buscar el momento adecuado para hablar y empecé a respetar su espacio”, explica.
Y la solución adoptada por Kátia es una de las muchas que pueden ayudar a que la relación no se convierta en un monólogo. El secreto no está en callarse, sino en encontrar un equilibrio para que los dos hablen. “Si usted quiere comunicarse mejor con su cónyuge, pero las respuestas de él no parecen ir mucho más allá de un “sí”, un “no”, o un “tal vez”, hable con él e intente rescatar el diálogo.
Existe un lugar donde semana a semana usted puede aprender a ser feliz en la vida sentimental y obtener ese tan deseado equilibrio. La reunión a la que lo estamos invitando es la Terapia del Amor y se realiza todos los jueves a las 16 y 20 hs. en Av. Corrientes 4070, en Almagro, Bs. As – Argentina.
Pregunte también por esta reunión en una Universal más cercana a su domicilio. Para ver las direcciones ingrese en: http://universal.org.ar/direcciones/.
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