Si usted sufre del hábito de posponer las cosas, puede estar cometiendo este error. Normalmente sucede así: usted sabe que tiene que hacer una cosa, pero eso no es muy agradable. Ir al dentista. Ejercitarse. Pagar las cuentas. Tener “esa conversación” que su esposa le viene reclamando. Estudiar para el examen. Algo que sabe que tarde o temprano tendrá que hacer.
Pero como eso no es algo agradable, lo va postergando. Quiere evitar el dolor, la mala experiencia. Y ahí usted pone otras cosas más agradables, menos dolorosas adelante. Chequear el Facebook. Ver la TV. Comer una torta de chocolate. Ir al shopping. Ver las noticias. Chequear el Facebook (de nuevo). Enterarse cómo le está yendo a su atleta o a su equipo deportivo favorito.
Pero esa voz en su cabeza, allá en el fondo, de tiempo en tiempo le recuerda: “tienes que hacer eso…”
El resultado en su vida es de ansiedad, estrés, inquietud, frustración, ese sentimiento de que debería estar en otro lugar, haciendo otra cosa – y claro, ningún progreso en aquel tema.
Finalmente llega el momento en que no puede postergarlo más. El dolor del diente está incomodando. Los pantalones ya no le sirven. Las cuentas están atrasadas. La mujer ya le rechazó diez noches seguidas. El examen es mañana.
Entonces, usted va a sentir el dolor de pasar por la misma mala experiencia, pero con un agravante: será más doloroso y más desagradable que si hubiera lidiado con eso antes.
Pare con la locura
Vamos a usar la inteligencia.
Científicos en comportamiento descubrieron que nuestro cerebro prefiere experiencias que mejoran el paso del tiempo y odia aquellas que lo empeoran. Por ejemplo, si usted va al médico, la experiencia de quedarse 20 minutos en la sala de espera es mejor que esperar 10 minutos en la sala de espera y después estar 10 minutos más en el consultorio del médico esperándolo a que llegue. Es mejor recibir una mala noticia primero y después una buena que al revés. La experiencia de ir a un restaurante donde paga primero, después come y se va, es más agradable que donde come primero, después paga dolorosamente se va.
Lo que quiere decir eso es que para que aprovechemos más la vida, seamos más productivos y más felices de un modo general, tenemos que crear el hábito de hacer lo que es desagradable primero.
Por la mañana, hacer lo que no le gusta y listo. El resto del día lo pasará mejor que si hubiera dejado eso para el final del día.
¿El clima está feo en su matrimonio por algún problema? Resuelva inmediatamente eso, no duerma hasta conversar y lleguen a un acuerdo. Será mejor que levantarse con cara enojada al día siguiente.
Pero eso no es nada nuevo. Como siempre, los científicos están casi siempre algunos miles de años por detrás de la Palabra de Dios, que ya decía:
“Los que sembraron con lágrimas, con regocijo segarán. Irá andando y llorando el que lleva la preciosa semilla” Salmos 126:5-6
Haga el sacrificio. Enfrente el problema. Líbrese de la tarea desagradable colocándola en la cima de la lista.
¡Y viva mejor!
Extraído Blog Obispo Renato Cardoso
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