Nélida: “Mi esposo y yo compramos una casa a pagar, estábamos felices. Pero él se volvió adicto a las drogas y yo me enfermé de cáncer de útero. Ambos perdimos el trabajo y nos quedamos sin casa. Me fui a vivir a una casilla, sin muebles ni cocina, un colchón en el piso y una mesa que había agarrado de la calle. Comíamos arroz, a veces polenta y cuando no había nada, me iba a la casa de familiares. Mi marido me fue infiel, se iba días y si le preguntaba dónde había estado, me golpeaba, finalmente me separé.
No me bañaba, dormía todo el día, abrir los ojos era horrible. Tenía olor, la putrefacción de la enfermedad me salía por la boca. Me operaron, pero el cáncer me había tomado el estómago y los intestinos. Me quedaban tres meses de vida, me mandaron a mi casa a morir.
Fui a suicidarme a las vías del tren y una señora me sacó, llamó a mi mamá y la invitó a la Universal. Allí Dios me enseñó que había razones para vivir. El Señor Jesús me cambió, seguía enferma y mi esposo se drogaba, pero yo me imaginaba sana y a él, libre de la adicción. El Señor pidió mi vida y me dio una nueva a cambio. En la Hoguera Santa hice mi pacto en el Altar. Me sané, el médico dijo que fue un milagro. Mi marido dejó las drogas, el matrimonio fue restaurado y consiguió trabajo. Ahora tiene una empresa, una flota de taxis. Tengo una casa con una pileta de natación, 50 metros de parque, dos autos 0Km y dos departamentos”.
Si usted quiere comunicarse con nosotros, puede hacerlo llamando al 5252-4070.