Hace 1 año, Daisy Guerra, de 52 años, llegó a la Universal de Hong Kong, en China, acompañada por su novia. Hoy, las dos están liberadas y totalmente transformadas. Lea el relato de Daisy, después de haberse puesto un vestido por primera vez.
“Yo era una persona vacía, muy emotiva y lloraba fácilmente. Fui lesbiana durante 40 años de mi vida. Desde joven, luchaba contra ese sentimiento, esa manera de ser, pues no quería ser así, pero no encontraba fuerzas para cambiar. La homosexualidad estuvo presente durante generaciones en mi familia, tanto por parte de mi padre como de mi madre. Llegué a tener relaciones serias con cerca de siete mujeres diferentes, y, en el intento de agradarlas, gastaba mucho, lo que terminó llevándome a pasar por terribles dificultades económicas.
Llegué a la Iglesia Universal por primera vez el día 8 de noviembre de 2015, traída por una amiga. Ese día, al participar de la reunión, sentí algo diferente, como nunca había sentido antes. A partir de entonces, nunca más dejé de participar, incluso cuando sucedía de todo para intentar impedirme ir.
Conforme fui participando de las reuniones, Dios fue hablándome fuerte. Y cada vez más quería recibir dentro de mí a ese Dios Vivo del cual el pastor tanto hablaba. Decidí entregarme a Él por completo, sacrificar mi vida y mis deseos carnales para recibir esa nueva vida que solo Él podía darme.
Entonces, el día 28 de febrero de este año, decidí bautizarme en las aguas y darle totalmente la espalda a mi pasado, desde entonces, una revolución comenzó dentro de mí. Mi interior comenzó a cambiar, tuve fuerzas para perdonar a los que me ofendieron, dominio propio, alegría, paz y un deseo enorme de servir a Dios.
Recientemente, fui bautizada con el Espíritu Santo, ¡y hoy lo que más quiero es ganar almas! Quiero que Dios cuente conmigo para ayudar e inspirar al mayor número posible de personas a través de la experiencia que tuve con Él. Hice un cambio drástico también en mi apariencia, pues hoy quiero que mi exterior refleje ese cambio que sucedió dentro de mí. Al principio fue difícil, pues durante toda mi vida me vestí como un hombre, pero he aprendido cada día, y me ha gustado lo que veo…
Solo Dios tuvo el poder de transformar mi vida totalmente, pero Él no lo hizo Solo, yo tuve que hacer mi parte también, sacrificando mi yo, mis voluntades, ¡y hoy soy una nueva criatura! Sé que muchas luchas aún vendrán, ¡pero tengo la absoluta certeza de que, con Él dentro de mí, nada me detendrá!”
La declaración en tagalo en la foto quiere decir: “Solamente te amaré a ti, tú eres mi único amor, para siempre en mi corazón. Nadie te puede cambiar…”
¡Pero Dios las cambió!
Colaboró: Pastor Alvaro Lima