El salmista escribió que “feliz es la nación cuyo Dios es el Señor”. En Argentina, observamos que el pueblo se ha dejado dominar por otros “dioses”. Por eso sufre con la miseria, dolores, etc, pues esos “dioses” son fabricados por manos de hombres; no hablan, ni oyen y, consecuentemente, no pueden hacer nada por aquellos que lo buscan.
Es importante recordar que todos los héroes de la fe lucharon contra el enemigo, y aún en sus debilidades fueron victoriosos. Ni por eso, debemos adorarlos y rendirles culto, a ejemplo de lo que muchas personas han hecho en nuestros días, creyendo que con esa actitud ganarán algún favor divino; antes, debemos ver en sus vidas el ejemplo de confianza en Dios.
Es engañoso creer que todos los caminos llevan a Dios. Jesús dice que nadie irá al Padre sino por Él.
La idolatría no es, apenas, un pecado abominable delante de Dios, sino una actitud que provoca Su ira.
En el segundo mandamiento, está escrito: “No harás para ti escultura, ni imagen alguna de cosa que está arriba en los cielos, ni abajo en la tierra, ni en las aguas debajo de la tierra. No te inclinarás a ellas ni las servirás…”, (Deuteronomio 5:8-9).
Cuando más idólatra es un pueblo, mayor es la ira de Dios que viene sobre él. Vea lo que sucede en África y Asia, donde imperan el hambre, la miseria y la muerte, por causa de la idolatría y hechicería. En Brasil, por ejemplo, tenemos el Nordeste, donde el pueblo ha practicado la idolatría ciegamente. Dejan de recibir las bendiciones de Dios y, por eso sufren todo tipo de males. Cuando no es la sequía que asola, son las inundaciones que castigan, o aún las grandes epidemias que han diezmado la población.
El Señor advierte a las personas para que no se dejen contaminar con los ídolos, pues de lo contrario, vendrá sobre ellas todo tipo de castigo, que solo será retirado cuando ellos se aparten de ellos. Mientras eso no suceda, no tendrán prosperidad, continuarán viviendo en la más completa miseria, tanto material como espiritual.
Dios, hablando a través del profeta Miqueas, dice que haría de todos los ídolos del pueblo de Israel una ruina. Esa profecía se cumplió con el cautiverio, pero tiene aplicación a toda forma de idolatría hasta nuestros días.
Juan, el apóstol, en una de sus cartas, hace un apelo dramático a los cristianos: “Hijitos, guardaos de los ídolos…”, (1 Juan 5:21).
Vivir en el Espíritu es vivir de tal forma que la vida sea un ejemplo para aquellos que están a nuestro alrededor. Vivir en el Espíritu es apartarse de cualquier forma de idolatría y adorar o venerar solamente a Dios.
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