“Oh Dios, tú eres mi Dios; te buscaré con afán. Mi alma tiene sed de ti, mi carne te anhela cual tierra seca y árida donde no hay agua. Así te contemplaba en el santuario, para ver tu poder y tu gloria.” (Salmo 63:1-2)
Cuando conoces a Dios, es imposible vivir sin tenerlo, pues es como si te faltara el aire para respirar y es por medio de su Espíritu que lo tenemos todo el tiempo. ¿Cómo tener a Dios sin Su Espíritu? ¡Imposible!
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