La historia de Betty Menacho muestra que realmente es posible tener una segunda oportunidad si buscamos aliarnos con Dios. Ella supo lo que significa estar al borde del suicidio por no poder sobrellevar el dolor de vivir. Ella había crecido en un hogar con muchos problemas, entre ellos económicos. Soñaba con tener una vida diferente, pero cuando se dio cuenta estaba hundida en la miseria y la humillación. Creía que no había vuelta atrás para ella y no tenía fuerzas para luchar.
“Cuando conocí a mi marido pensé que mi vida iba a cambiar, pero nada que ver. Quedé embarazada, pasó el tiempo y mi familia comenzó a rechazarme porque él era alcohólico, decían que era mi culpa. Reaccioné volviéndome muy agresiva, no me aceptaban en ningún lugar”, recuerda Betty.
Ella se vio en una encrucijada, tuvo que ir a vivir a la calle con su pequeña hija. No tenían donde vivir, ni vislumbraba salida para su situación. Entonces se refugió en el vicio del alcohol tratando de anestesiarse de la terrible realidad de ver a su pequeña hija pedirle comida que ella no le podía dar. Empezó a robar para darle de comer a la pequeña. Llegó al punto de buscar comida en la basura.
En su cabeza la desesperación le nublaba el juicio, se estaba volviendo loca al ver cómo se destrozaba su vida y no podía hacer nada para remediarlo. Fue allí que empezó a preguntarse si valía la pena vivir, si su existencia tenía valor. El dolor la llevó a pensar que lo mejor era terminar con su vida y con la de su pequeña hija.
“Viví en la calle, pasaba frío y hambre, tenía que robar para comer. Tomaba para soportar estar en la calle por lo que me volví una alcohólica. Era un sufrimiento enorme, buscaba en la basura para comer y darle a mi hija. Recuerdo que en la desesperación intenté matarla y suicidarme”.
El primero en conocer la Universal fue su marido, él invitó a Betty para que pudiera participar de las reuniones y así tener una experiencia con Dios. “En esos momentos mi marido comenzó a ir a la iglesia y yo lo acompañaba, al tiempo comprendí que era verdad que mi vida iba a cambiar y decidí luchar”.
Juntos y aliados con Dios lograron salir adelante y dejaron atrás los malos momentos que habían pasado durante la mayor parte de sus vidas. “Perseveramos en las reuniones, usamos nuestra fe e hicimos un pacto con Dios”, cuenta.
Así comenzó el cambio en la vida de Betty, su mente se renovó y entonces logró conseguir un empleo. Su personalidad comenzó a cambiar y su relación con su familia también. Empezó a estudiar, a arreglarse más y a cuidar a su familia.
“Así es como fui saliendo, perseverando conquisté todo lo que tengo. La última conquista que obtuvimos es una casa hermosa que disfrutamos con mi esposo y mis hijos”.
A pesar de las adversidades, ella y su esposo encontraron en el camino de la fe y el sacrificio la salida a sus problemas. “Como respuesta por parte de Dios hoy en día tengo una familia bendecida, con mi esposo tenemos una empresa, una fábrica de ropa muy grande, con varios empleados. Además, compramos un departamento, una casa y me recibí de enfermera. Hoy tenemos nuestra casa, el negocio, vivimos unidos, en paz y no nos falta absolutamente nada”.
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