Laura Artigas se involucró desde temprana edad con los espíritus, debido a los problemas de salud de su padre, pero a pesar de sus esfuerzos su padre falleció, y perdieron la casa y el negocio. Ella no tenía idea que ese sería apenas el comienzo de su sufrimiento. “Conocí a una persona veinte años mayor, era una salida para mí establecer una relación con él. Creía que iba a tener la contención que necesitaba, pero él era violento, recuerdo que me amenazaba con un arma. Yo no lo dejaba por miedo a quedarme sola, formamos una familia, pero no teníamos ni para comprar pan, era terrible”, cuenta.
Ella era muy depresiva, se cortaba, llegó a pesar 44 kilos, ya no le veía sentido a su vida e incluso intentó suicidarse con pastillas dos veces.
Estuvo en tratamiento psicológico, pero no le servía de nada, su vida iba en picada: “Además de todos mis problemas, mi salud no me daba tregua. Tuve quistes en los ovarios, un fibroma y hemorragias. Cuando conseguí un trabajo estable, me separé. Tiempo después conocí a mi actual esposo, nuevamente tuve problemas de pareja, había agresiones físicas y verbales”, agrega.
Ella empezó a participar de las reuniones y encontró la paz que había buscado toda la vida, a los dos meses ya tenía diálogo con su marido y los chicos estaban más tranquilos. “Mi matrimonio fue transformado y toda mi vida también porque aprendí a confiar en Dios”, afirma sonriendo.
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