Inter-NET o red interna, muchos han sido agarrados por esa red y se han convertido en una presa del diablo. ¿Ya vio a una mosquita debatiéndose para soltarse de la telaraña?
Así están las personas, pegadas a las redes sociales, juegos y páginas de todo tipo de suciedad, es el diablo arrastrando a muchos hacia el infierno online.
La verdad es que, con el avance de la tecnología y la informática, las personas duermen y se despiertan con el celular en la mano.
Lo último de la noche es el celular.
Lo primero del día es el celular.
El diablo sabe que no es omnipresente, entonces, está 24 horas online buscando a sus presas.
Lo que no faltan son aplicaciones, grupos y herramientas para mantenerlo ocupado en Internet, los anzuelos del mal son tentadores.
No está mal usar Internet, celular, computadora o aplicaciones. Lo que está mal es volverse esclavo de estos.
Usted ha protegido su computadora contra los virus, pero, ¿acaso su alma ha sido infectada con virus malignos?
Internet ha llevado a muchos a tocar el fruto del árbol de la vida. El diablo dijo: “Come y serás conocedor del BIEN y del MAL…”
Cuando se usa Internet de manera responsable y, principalmente, con temor a Dios, esa red no lo lleva a usted al infierno
El fruto estaba allí, a disposición de ellos, y ellos tenían acceso a ese árbol, pero el temor a Dios no les permitía tocarlo. Quien usa Internet sin temor a Dios está tocando el fruto prohibido y va a perder el Paraíso, tarde o temprano.
¿Cómo saber si Internet le hace bien o mal?
Analice lo que usted lee y oye, las páginas y blogs que visita, los videos que mira, los grupos y comunidades de los que participa, las salas de chat, etc.
Si usted se convirtió en esa mosquita en la tela (Internet), necesita liberación tal cual un adicto a las drogas.
Aquí va el consejo de cómo usar Internet:
Todas las cosas me son lícitas, mas no todas convienen; todas las cosas me son lícitas, mas yo no me dejaré dominar de ninguna.
1 Corintios 6:12
Cada vez que usted navegue, recuerde este versículo.
¡Que el Dios de la Biblia lo bendiga!
Colaboró: Obispo Bira Fonseca