Para comprender mejor este tema, basta con mirar un par de alianzas de boda en las manos de un novio que está en el Altar a punto de casarse. ¿Qué simboliza eso? Él está dispuesto a sacrificar su vida de soltero para embarcarse en una nueva jornada de renuncia total por el amor que tiene por su novia. No es solo un amor de palabras, sino de actitudes que prueban y comprueban ese amor mutuo de uno por el otro. Una jornada de fidelidad en los buenos y malos momentos; ambos se apegarán uno al otro más que nunca para vencer los desafíos que la vida les traerá.
La actitud de una persona al ingresar a un matrimonio requiere todo de sí misma. ¿Cómo podría una pareja vivir feliz y en plena comunión uno con el otro si uno de los dos cónyuges vive en la infidelidad? Si no hay sacrificio y entrega total del uno por el otro en el matrimonio, ¡este no subsistirá!
La palabra Alianza aparece en la Biblia 328 veces, y eso sugiere su excepcional importancia de que profundicemos en este tema y comprendamos las condiciones para tener una Alianza con Dios.
La Alianza es, según la Biblia, un pacto, acuerdo o contrato entre dos o más personas en el que se firman deberes y obligaciones entre las partes involucradas. El pacto con Dios se hace siguiendo el ejemplo de un matrimonio, no como en los días de hoy en los que muchos se casan y se separan, sino en un acuerdo donde la fidelidad prevalece hasta la muerte. Es una demostración clara de verdadero sacrificio.
De la misma manera en la que una pareja comienza a construir una vida juntos a partir del sello del matrimonio, Dios también desea encontrar a personas para hacer un pacto con ellas y manifestar Su existencia con Poder en este mundo oscuro y cruel.
“Porque los ojos del Señor contemplan toda la tierra, para mostrar Su poder a favor de los que tienen corazón perfecto para con Él…” 2 Crónicas 16:9
Dios ha establecido reglas para la construcción de Su Reino, y estas exigen la cooperación del ser humano. Él no podría implantar Su Reino aquí en la Tierra sin la participación de Su criatura; ¡Dios es Espíritu y Él desea manifestarse en nuestras vidas para mostrar Su Grandeza a través de nosotros!
Dios no invade la vida de nadie, y mucho menos obliga al ser humano a vivir para Él. Sin embargo, a aquella persona que se vuelve al Señor, y se entrega totalmente a Él, como un Sacrificio vivo, así como la novia se rinde por completo al novio el día de su casamiento, Dios, en la persona del Espíritu Santo, llenará su ser con Su Espíritu y la hará Su Morada.