“Oyendo la reina de Saba la fama que Salomón había alcanzado por el nombre del Señor, vino a probarle con preguntas difíciles.
Y vino a Jerusalén con un séquito muy grande, con camellos cargados de especias, y oro en gran abundancia, y piedras preciosas; y cuando vino a Salomón, le expuso todo lo que en su corazón tenía.
Y Salomón le contestó todas sus preguntas, y nada hubo que el rey no le contestase.
Y cuando la reina de Saba vio toda la sabiduría de Salomón, y la casa que había edificado,
asimismo la comida de su mesa, las habitaciones de sus oficiales, el estado y los vestidos de los que le servían, sus maestresalas, y sus holocaustos que ofrecía en la casa del Señor, se quedó asombrada.
Y dijo al rey: Verdad es lo que oí en mi tierra de tus cosas y de tu sabiduría;”1 Reyes 10:1-6
La reina de Saba, además de estar en la Biblia, aparece en la historia de los países de Etiopía y de Yemen (la Saba bíblica incluía a ambos en esa época, según los especialistas del tema). La gobernante fue conocida por la prosperidad de su reino a raíz de la abundancia agrícola (fruto de eficientes sistemas de irrigación) así como por ser una gran proveedora de oro para Israel.
En el Antiguo Testamento, no hay referencias claras en cuanto al hecho de que ella y Salomón hayan tenido una relación amorosa, aunque sus Estados fueran aliados. Mientras tanto, hay defensores fervorosos de que el libro de los Cantares se refiere al amor del matrimonio de los monarcas, además de las historias de tradición local. La propia familia real etíope alega que las historias se originaron desde el rumor de un hijo de la reina de Saba con Salomón.
Hay evidencias más concretas. Arqueólogos alemanes de la Universidad de Hamburgo alegan que descubrieron los restos del palacio de la gobernante en Axum, Etiopía. El palacio fue encontrado bajo la casa real de un rey cristiano.
Además, hay otro descubrimiento más reciente relacionado al personaje bíblico. La arqueóloga Louise Schofield, administradora del Museo Británico, dijo haber encontrado la sepultura de oro de la posible amada de Salomón, en el altiplano de Gheralta, norte de Etiopía. El primer indicio encontrado fue una columna de 6 metros de altura con imágenes del Sol y de una medialuna, el símbolo de Saba. Después de eso, hay una gran entrada bloqueada por grandes piedras, donde las investigaciones revelaron que comienza un largo pasillo que converge en la tumba que Louise alega que es de la reina. La arqueóloga está en búsqueda de presupuesto para continuar la exploración.