Los males de la vida moderna han llevado a mucha gente a alimentar constantemente un sentimiento de ansiedad. Las horas perdidas en el tráfico lleno de vehículos en las grandes ciudades, el exceso de trabajo, además de la violencia urbana, han dejado a muchos con la mente “preocupada”, incluso antes de que surjan los problemas.
A pesar de que hoy en día esa sensación es muy perceptible en muchas personas, no se trata de algo relativamente nuevo. La Biblia Sagrada ya alertaba sobre este hecho en pasajes del Antiguo Testamento: “La congoja en el corazón del hombre lo abate…”, (Proverbios 12:25).
En otra referencia sobre el tema, en el Nuevo Testamento, las Escrituras alertan sobre este tipo de comportamiento: “Por tanto os digo: no os afanéis por vuestra vida, qué habéis de comer o qué habéis de beber; ni por vuestro cuerpo, qué habéis de vestir…”, (Mateo 6:25).
El mensaje continúa haciendo una advertencia, por más ansiosa que la persona pueda ser, ella no logrará aumentar un solo centímetro de su estatura.
“Así que, no os afanéis por el día de mañana, porque el día de mañana traerá su afán. Basta a cada día su propio mal.”, (Mateo 6:34).
Razón vs Sentimientos
La ansiedad también impide a las personas el uso de la razón, al ser llevadas por sentimientos incontrolables que no las dejan aprovechar lo que realmente importa.
Un ejemplo de eso sucedió en una ocasión en que el Señor Jesús fue a la casa de dos hermanas para visitarlas. Una de ellas, buscaba atender al invitado, estando a disposición de Él, siendo criticada por la otra. Marta, que estaba ansiosa y preocupada con los quehaceres domésticos.
Observando ese comportamiento agitado, el Señor Jesús destacó: “Respondiendo Jesús, le dijo: Marta, Marta, afanada y turbada estás con muchas cosas.”, (Lucas 10:41).
La Palabra de Dios es muy clara en relación a ese tipo de sentimiento, orientando a los cristianos a no estar ansiosos por nada. En lugar de eso, lo mejor que se puede hacer es dirigir nuestras ansiedades y preocupaciones al Creador, en oración.
“…echando toda vuestra ansiedad sobre él, porque él tiene cuidado de vosotros.”, (1 Pedro 5:7).