Que la preocupación por el cabello no sale de la mente de las mujeres, no hay dudas al respecto.
Si usted es de aquellas que entra en una “neurosis” cuando aparecen los pelitos rebeldes que desafían a la gravedad y colaboran para que ‘el liso perfecto’ no sea ‘tan perfecto’, que abusa de las cremas y de los reparadores que prometen controlar a aquel que la deja nerviosa – su cabello – y es adepta a la táctica que transforma al cabello por el “milagro” de la planchita, he aquí una buena noticia: ¡usted no está sola! Llega un momento en que la batalla entre las mujeres, el secador y el cepillo puede volverse difícil y la solución puede tener un nombre: el alisado. Cabello desenredado, sedoso, con volumen ‘controlado’ y sobre todo con un liso a prueba de agua.
El ‘sueño de las consumidoras’ es fácilmente realizado: basta con elegir entre la lista kilométrica desde el famoso alisado progresivo a la mascarilla de chocolate.
Pero la elección debe ser bien evaluada, para que el resultado esperado no sea un desastre – un cabello quebrado y dañado por los químicos.
Todo cuidado es poco
La batalla para hacer posible el sueño de tener mechas lisas es muy fuerte. Basta entrar en internet para ser bombardeada por todo tipo de ‘milagros a la venta’ – desde tratamientos que prometen reconstruir el cabello a soluciones que podemos considerar como una ‘guía de autoayuda’, además de recomendar cepillos potencialmente capaces de hacer que su cabello se adhiera al mismo balance de las actrices de TV.
Un estudio realizado por uno de los grandes fabricantes de shampoo revela que el 61% de las mujeres busca de alguna manera obtener un cabello liso, mientras que el 57% ya ha tomado la iniciativa de alisarlos químicamente. Los números considerables, sin embargo, desafían a la lógica, que ya muchas mujeres se someten al procedimiento sin medir las consecuencias. Que lo diga Jennifer Aniston. Inspiración en ‘cuestión de cabellos’ desde los tiempos en que interpretaba a Rachel en Friends, la actriz pasó por malos momentos, después de someterse a un alisado progresivo, tuvo que cortarse el cabello para disimular los daños. En una entrevista a una revista británica, admitió: “Me corté el pelo, pero no fue para ningún papel. Me hice un alisado pero no resultó muy bien.”
Eso puede suceder porque los alisadores son productos que, más allá de alterar la estructura, retiran sustancias que protegen cada pelo. Uno de los métodos que lideran el ranking es el alisado progresivo, que deshace las microestructuras y cierra las cutículas del pelo, permitiendo que quede liso y con menos volumen. Otra opción es el alisado definitivo, pero en este proceso los productos son más fuertes. Sin embargo, en el anhelo por el liso perfecto, el peligro mayor es toparse con el formol. Es un ingrediente barato y que de hecho deja el pelo más liso, pero, cobra un alto precio. Según Anvisa (Agencia Nacional de Vigilancia Sanitaria en Brasil), el uso indebido ocasiona riesgos a la salud que van desde una irritación de la piel a enfermedades respiratorias. El peluquero Roger Ajouri, del salón de belleza Jacques & Janine, alerta que es peligroso arriesgarse: “Todo depende de la estructura del cabello. Si estuviera muy ‘maltratado’ es mejor evitarlo.” Y para no tener sorpresas desagradables, destaca: “En todo cabello debe realizarse una prueba para saber si hay alguna reacción al producto.”
Pero es posible dejar el cabello lindo sin correr riesgos. Por eso, Folha Mulher trae opciones para que su belleza y autoestima estén al día, sin tener que renunciar a la seguridad ni a su salud.
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