“¡Cómo has caído del cielo, oh lucero de la mañana, hijo de la aurora! Has sido derribado por tierra, tú que debilitabas a las naciones. Pero tú dijiste en tu corazón: Subiré al cielo, por encima de las estrellas de Dios levantaré mi trono, y me sentaré en el monte de la asamblea, en el extremo norte. Subiré sobre las alturas de las nubes, me haré semejante al Altísimo. Sin embargo, has sido derribado al Seol, a lo más remoto del abismo. Los que te ven te observan, te contemplan, y dicen: ¿Es éste aquel hombre que hacía temblar la tierra, que sacudía los reinos, que puso al mundo como un desierto, que derribó sus ciudades, que a sus prisioneros no abrió la cárcel? Todos los reyes de las naciones, todos ellos yacen con gloria, cada uno en su sepulcro. Pero tú has sido echado de tu sepulcro como vástago desechado, como ropa de muertos traspasados a espada, que descienden a las piedras de la fosa, como cadáver pisoteado.” Isaías 14:12-19
“Su cola arrastró la tercera parte de las estrellas del cielo y las arrojó sobre la tierra…” Apocalipsis 12:4
“Creció hasta el ejército del cielo, e hizo caer a la tierra parte del ejército y de las estrellas, y las pisoteó.” Daniel 8:10
Todas estas referencias que leemos hablan respecto a Lucifer que, en su arrogancia, orgullo, envidia y vanidad, quiso ocupar el Lugar del Altísimo y ser como Él.
Para eso, provocó la rebelión que arrastró a la tercera parte de los ángeles e, inclusive, a algunos que eran del ejército del Todopoderoso. ¡Ya conocemos el fin de ellos!
Ante eso, comencé a reflexionar: ¿No es el Altísimo Omnipresente? ¿No sabe Él todo debido a Su Omnisciencia? ¿No es el Señor el Omnipotente? Siendo así, por qué Él no tomó las providencias de inmediato? Pues, ningún acto de rebelión se hace de un día para otro. Hay una preparación, hay que buscar a los que están de acuerdo con ella. Hay que trazar planes para que funcione.
Y me pregunto: ¿Cuánto tiempo le llevó a Lucifer convencer a millones y millones, tal vez a billones o a trillones de ángeles para que se levantaran con él? Pues, él tendría que tener “buenos argumentos” para convencer a seres celestiales, que veían a Dios, conocían Su poder, Su Gloria. Es decir, no fue algo del día a la noche, eso llevó tiempo. Siendo así, ¿por qué Dios no intervino inmediatamente en el inicio, desde el primero que se unió a él? ¿No habría sido evitada una catástrofe? Pues se habría cortado el mal de inmediato al comienzo, antes de que se extendiera en todo el cielo. ¿Por qué esperar? ¿Por qué tanto?
Fue cuando el Espíritu nos trajo una Luz, un entendimiento: Dios no creó robots, no creó a seres que no pudiesen decidir, al contrario, Él los creó con la misma capacidad del hombre, de tomar las decisiones que quisiesen. Y, por eso, Él permitió que Lucifer trabajara libremente para que aquellos que eran como él, con los mismos ideales, orgullos y vanidades, fuesen todos expurgados de una sola vez, que no quedase ningún vestigio de maldad en los cielos, que todo quedara limpio, solamente con aquellos que realmente eran fieles y temían a Dios por libre y espontánea voluntad, y que Lo honrasen no por imposición, sino por reconocer Su poder, Su gloria y Su gran amor.
Una vez que Dios vio que ya no había nadie que quisiera contaminar con el engaño y la mentira del diablo, los expulsó de una sola vez, mostrando que Él y solamente Él es Señor Todopoderoso.
Eso nos hace entender lo que sucede en los días actuales dentro de la iglesia del Señor Jesús, donde vemos a hombres que tienen el mismo espíritu de orgullo, maldad y vanidad del propio Lucifer. Que trabajan vehementemente para arrastrar con ellos al mayor número de personas hacia el mismo lugar al que ellos irán: ¡el infierno!
Ellos no miden sus maldades, sus mentiras, sus engaños, sus palabras de irreverencia, su odio, su envidia, para intentar hacer lo mismo que el diablo hizo, ocupar un lugar que no les pertenece, quieren destruir a quien solo les hizo el bien. Son inescrupulosos. ¿No podría Dios acabarlos en un abrir y cerrar de ojos? ¿No verá el Altísimo toda la maldad de ellos y lo que hacen para arrancar a las ovejas del redil?
Sí, nuestro Dios ve y está permitiendo todo eso para limpiar Su Casa, Su Obra, para arrancar de nuestro medio a todos aquellos que viven disfrazados, que tienen objetivos personales y malas intenciones encubiertas. Un día, y no demorará, el Altísimo va a levantarse para extirpar de una vez a todos esos engañadores, y traerá lo que nosotros, los nacidos del Espíritu, aguardamos con tanta ansiedad: El Gran Avivamiento de proporciones mundiales, que acelerará la venida de nuestro amado y aguardado Salvador Jesucristo.
Ante estas cosas, vigilemos, oremos y huyamos de la apariencia del mal. No les dé oídos a las palabras de los rebeldes envidiosos, ¡ponga los ojos solamente en el Autor y Consumador de nuestra fe!
Para su meditación, le dejo este versículo, que dice claramente lo que vemos, oímos y que está sucediendo:
“Hijitos, es la última hora, y así como oísteis que el anticristo viene, también ahora han surgido muchos anticristos; por eso sabemos que es la última hora. Salieron de nosotros, pero en realidad no eran de nosotros, porque si hubieran sido de nosotros, habrían permanecido con nosotros; pero salieron, a fin de que se manifestara que no todos son de nosotros.” 1 Juan 2:18-19
Que la misericordia y bondad del Señor nuestro Dios jamás se aparten de nosotros, conservándonos hasta el día de Su venida.
¡Amén!