“Entonces oí una voz del cielo, que decía: Escribe: Dichosos los que de ahora en adelante mueren en el Señor. Sí, dice el Espíritu, ellos descansarán de sus fatigosas tareas, pues sus obras los acompañan.” (Apocalipsis 14:13 NVI)
Esta voz es un contraste con la anterior. Si en la tercera voz el apóstol Juan se centra en el futuro de los que mueren sin la Salvación, en esta cuarta voz, vemos todo lo contrario: la felicidad de los que pasan a la eternidad con el Señor Jesucristo.
Esta bienaventuranza puede ser aplicada a todos los que, en el transcurso de los siglos, pasaron a la eternidad creyendo en el Señor Jesús, pero aquí el apóstol se está refiriendo a aquellos que gimieron y murieron durante la Gran Tribulación, a causa de su fe cristiana.
El martirio de cada uno tendrá su compensación gloriosa, porque reinarán con el Señor Jesucristo durante mil años aquí en la Tierra, como está prometido:
“Y vi tronos, y se sentaron sobre ellos los que recibieron facultad de juzgar; y vi las almas de los decapitados por causa del testimonio de Jesús y por la Palabra de Dios, los que no habían adorado a la bestia ni a su imagen, y que no recibieron la marca en sus frentes ni en sus manos; y vivieron y reinaron con Cristo mil años.” (Apocalipsis 20:4)
Y el Espíritu Santo da Su amén con respecto a esto cuando dice: “… Sí, dice el Espíritu, ellos descansarán de sus fatigosas tareas, pues sus obras los acompañan.” (Apocalipsis 14:13)
La obra que cada cristiano realiza para el Señor Jesús lo acompañará durante la vida eterna. Existe una promesa especial para quienes lavan sus vestiduras en la sangre del Cordero durante la Gran Tribulación: su muerte en el Señor Jesús tiene como recompensa la coronación y la gran honra.
Ellos, a través de su martirio, se hacen participantes de algo mucho más superior que si hubiesen continuado con vida. En el regreso del Señor, con gran poder y gloria, ellos participarán de la primera resurrección.
“… Esta es la primera resurrección. Bienaventurado y santo el que tiene parte en la primera resurrección; la segunda muerte no tiene potestad sobre estos, sino que serán sacerdotes de Dios y de Cristo, y reinarán con Él mil años.” (Apocalipsis 20:5-6)
(*) Fragmento extraído del libro “Estudio del Apocalipsis”, del obispo Edir Macedo.
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