Marcelina Sanabria hoy le sonríe a la vida, sin embargo, ella enfrentó momentos muy difíciles, de los que logró salir gracias a que aprendió a usar la fe en el Dios Vivo.
Ella se encontraba en un estado depresivo muy serio, todas las áreas de su vida eran afectadas y no encontraba una salida para su problema. Los días pasaban y ella cada vez se sentía peor. No quería trabajar ni estar con su marido y sus hijos, solo quería estar encerrada y sola.
“No me sentía bien, me sentía presa, atrapada, como si no pudiera salir de ese lugar, entonces busqué ayuda en diferentes lugares pero fue en vano. Fui a médicos, a tirarme las cartas, a psicólogos y psiquiatras, adonde fuere porque necesitaba ayuda, quería sentirme libre”, cuenta esta mujer que vivía angustiada por su triste realidad.
En esta búsqueda espiritual cada vez se sentía peor, le venían imágenes a su mente y se angustiaba porque los médicos no le encontraban nada. Sus hijos querían salir a pasear y ella no podía ir porque no tenía fuerzas. Estaba separándose de su esposo, cuando vio la programación de la Universal. Justo su madre le llevó un ejemplar de El Universal. Hacía siete meses que ella concurría y se sentía muy bien.
“Luego de esa invitación, a pesar de mis miedos, me aferré a Dios. Desde ese momento comencé a luchar con todas mis fuerzas. Lo primero que cambió fue mi interior, la depresión desapareció y logré tener una vida equilibrada. Además, producto de mi perseverancia mi familia también fue transformada”, afirma Marcelina sonriendo.
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