No deja resquicios. Ricos, pobres, hombres, mujeres. Incluso ahora la Organización Mundial de la Salud (OMS) advierte que los jóvenes y los niños también sufren depresión al mismo nivel que los adultos. Es que ya es el trastorno mental que más afecta a la población en el mundo: se estima que son 350 los millones de personas que la padecen.
Que la depresión avanza no es novedad, lo que es nuevo, dice la OMS, es que en la última década la depresión aumentó en los chicos. “El número de niños y adolescentes, de 12 a 25 años, que padecen depresión es tan alto como en los adultos, el problema es que no se detecta porque no hay conciencia de su real incidencia”, asegura Shekhar Saxena, director del departamento de Salud Mental y Abuso de Sustancias de la OMS.
“Los síntomas que afectan a jóvenes y adultos son diferentes, pero la enfermedad es la misma. Por eso el personal sanitario no lo percibe con facilidad”, agrega Saxena. Argentina no escapa a la lógica mundial. “La incidencia es mayor. Y la detección de casos y los tratamientos también”, confirma Felisa Lambersky de Widder, pediatra y psicoanalista, coordinadora del departamento de Niños y Adolescentes de la Asociación Psicoanalítica Argentina. Al igual que sus colegas, habla del vacío.
Del vacío existencial y afectivo que viven los jóvenes: “El sentimiento de inestabilidad de la poca certeza que depara el destino, es muy fuerte. Se vive el hoy, mañana no existe. Y en este sentimiento no hay distinción de clases. Afecta a todos”.
Logró revertir su estado
Paula Rodríguez Bourré sufría con un trastorno del estado de ánimo que la hacía sentirse abatida e infeliz. “Me encontraba depresiva, con dolores de cabeza constantes, ataques de pánico y sufría de insomnio”, cuenta.
Estos problemas generaban problemas en su matrimonio, al punto de llegar a pensar en separarse.
Económicamente la situación no era distinta, la plata nunca alcanzaba para nada. Sin embargo, la mayor frustración de Paula era no poder quedar embarazada. A pesar de todos los tratamientos que hacía no tenía resultado.
Su sueño de ser madre y formar la tan soñada familia se deshacía. Entonces, recibió una invitación que cambiaría su vida totalmente.
Comenzó a participar de las reuniones de la Iglesia Universal del Reino de Dios y su vida fue cambiando. “Empecé a participar de la cadena de liberación y mi vida fue totalmente transformada, fui libre de todos los problemas espirituales”, afirma. Pese a los diagnósticos médicos, gracias a Dios logró cumplir su sueño de ser madre. Hoy Paula disfruta de la vida en familia junto a su hija y su esposo completamente libre de la depresión y de todos los problemas que la afectaban. Ella concurre a la IURD de Pilar, ubicada en Lorenzo López 554.
Con 14 años estaba deprimida
Karen Aramayo tiene 14 años y, a pesar de su corta edad, estaba deprimida: “Dentro mío sentía que nadie me quería, escribía ‘soy adoptada’ por la soledad que sentía”, recuerda. Además, Karen sufría ataques de nervios por los constantes dolores de espalda que sentía. Buscando una solución, sus papás la llevaron a diferentes lugares, pero nada funcionaba.
Un amigo de su papá los invitó a participar de las reuniones de la Iglesia Universal del Reino de Dios y así fue que a través de la fe, logró superar sus problemas y sufrimiento.
“Ahora, gracias a Dios estoy curada y soy feliz junto a mi familia”, cuenta Karen, que concurre a la IURD de Palermo, en Av. Santa Fe 4445.
Fuente: El Universal