La desobediencia a la Palabra de Dios es una de las razones que le impiden alcanzar los resultados de la fe. Algunos insisten en despreciar los consejos y así revelan su orgullo.
El pueblo de Israel había dejado de adorar a Dios. Abandonaron el Altar del Señor, entonces, el profeta Elías le anunció al rey Acab que Dios no enviaría lluvia sobre la tierra (1º Reyes 17:1).
Durante tres años y medio, Israel estuvo en ruinas. A pesar de eso, Acab, por orgullo, no dejaba que las personas se acercaran a Dios. Prefería buscar los re-cursos en fuentes secas, (1º Reyes 18:5-6). El rey sabía que el Dios de Elías tenía poder para traer la lluvia, pero no daba el brazo a torcer. Lo mismo sucede en el presente cuando algunos quieren alcanzar la felicidad con su propia fuerza, y aunque saben lo que tienen que hacer, permanecen con el Altar destruido.
Reconstrucción del Altar
Solo después de que Elías arregló el Altar, Dios pudo manifestarse en Israel y supieron que el Señor es Dios. En el blog del Obispo Macedo leemos una reflexión: “Mientras su Altar esté en ruinas, su vida estará igual; ya que este representa la comunión con el Altísimo, es el lugar de sacrificio, de entrega, en este nos quedamos en la dependencia del Todopoderoso. Cuando una persona entiende eso y obedece, todo cambia”.