La unión de dos cuerpos, en el apogeo de la intimidad de toques y caricias, llamada acto sexual, ha sido un tema que hasta los niños ya creen saber de qué se trata. Los adultos, por su parte, ni siquiera imaginan que no se encuentran en una situación diferente a la de los pequeños cuando se trata de saber sobre eso en su verdadera esencia, función e intención creadora.
“Por tanto el hombre (1) dejará a su padre y a su madre y se (2) unirá a su mujer, y (3) serán una sola carne.” Génesis 2:24
Leyendo, meditando y sopesando el significado de cada palabra de este mensaje, pronto vemos que hay un orden de 1, 2 y 3 pasos, y cada una de estas etapas es como un mapa del tesoro que nos conducirá a la mina escondida repleta de oro reluciente. Es exactamente eso, el sexo no fue creado para ser gratis, free, gratuito, y tampoco se debe pagar un valor monetario por él. ¡Nada de eso!
Para no complicar las cosas, entendamos la razón de la existencia de este acto de intimidad extrema entre dos, vea bien, dije DOS personas y no tres, cuatro o diez, solo dos personas, ¿ok?
El Dios Altísimo creó al hombre con una capacidad de conexión con su Creador. Esta forma de conexión se llama fe, y tiene su lugar en el intelecto del hombre. De esta manera, cada vez que el hombre lo deseara, podría conectarse con el Altísimo, alcanzando el ápice de tal conexión que es Dios, en la Persona del Espíritu Santo, penetrando nuestro ser y haciendo allí una morada fija, sin embargo, condicionada a nuestra fidelidad.
Esto sucede cuando oramos en espíritu (concentración) y en verdad (sinceridad). Este momento exige privacidad y, aunque estemos en la iglesia, con cientos de personas a nuestro alrededor, o solos, esa privacidad existe cuando solo yo expreso lo que deseo, y solo Él responde. Nadie más podrá hacer esto, solo usted y Dios lo harán, y este acto de conectarme con Dios me hace cada vez más uno con Él. Y cuanto más me conecto, más íntima de Él me vuelvo.
¿Qué tal imaginar la figura masculina y femenina representando a Dios y al ser humano citados en el ejemplo anterior? Exactamente, Dios hizo al hombre y a la mujer para que, después de seguir los pasos mencionados en Génesis 2:24, ellos también pudieran conectarse entre sí, siempre, siempre y siempre… y eso debería tornarlos cada vez más íntimos, más fuertes, más cómplices, más parecidos y tan involucrados que parecieran la misma persona en una. Hermoso, ¿no es verdad?
Y, por esa razón, los cuerpos también fueron hechos con la capacidad de conectarse entre sí. Todo se encaja perfectamente donde fue hecho para encajarse, sin barreras, sin suciedades, sin dolor, todo en la más perfecta armonía…
¡Lea mañana la continuación de este importante tema!