No sé usted, pero era suficiente que mis padres me miraran para que las ganas de hacer un berrinche en el supermercado terminara en cuestión de segundos. Para algunas personas, una simple conversación de los padres lograba hacer que las cosas se pongan en orden, mientras que otras necesitaban ver la chancla en sus manos para recordar el verdadero sentido de la vida. El hecho es que, hoy, al tener sus propios hijos, muchos se preguntan cuál es la mejor manera de disciplinarlos. He aquí una buena pregunta.
Todos educados
Incluso antes de educar a un hijo, la pareja necesita educarse, el matrimonio es la unión de dos personas diferentes y, por lo tanto, no es una sorpresa que uno tenga una opinión diferente a la del otro. Explica el escritor Renato Cardoso. “Cuando los padres tienen estilos diferentes – uno está a favor del trato con mucho cuidado y cariño y el otro al estilo militar -, la pareja debe aprovechar las diferencias y jugar en equipo. Ustedes tiene que equilibrar sus estilos”, dice.
Por el hecho de amar a los hijos, es común que los padres intenten protegerlos de los problemas. Debido a eso, pueden hasta pensar que están haciendo bien, pero en la práctica no es así como funciona. “Hay un proverbio que dice que ‘El hombre de gran ira llevará el castigo, porque si tú lo rescatas, tendrás que hacerlo de nuevo’ (Proverbios 19:19). Es decir, si la persona tiene un mal temperamento y toma actitudes equivocadas, tendrá que sufrir las consecuencias, porque si usted la libra, tendrá que hacerlo de nuevo”, afirma el escritor. La responsabilidad del padre y de la madre no es proteger al hijo del sufrimiento, sino enseñarle a tomar decisiones.
Pero, si hay padres protectores, también existen los autoritarios. Renato cree que en algunos momentos los padres necesitan actuar con misericordia y no regir con mano de hierro. Es necesario tener mano firme, pero surgirán situaciones en las que será necesario perdonar, relevar y alentar para que ellos aprendan y cambien. “Usted tiene que motivar a sus hijos, señalar más el acierto que el error. Cuando el error llegue, déjelos sufrir las consecuencias y, cuando el acierto llegue, aplauda”, orienta.
Un método eficaz
El disertante destaca un texto del libro de Efesios, capítulo 6, versículo 1 al 4, que es un valioso consejo tanto para los hijos como para los padres. “Hijos, obedeced en el Señor a vuestros padres, porque esto es justo. Honra a tu padre y a tu madre, que es el primer mandamiento con promesa; para que te vaya bien, y seas de larga vida sobre la tierra. Y vosotros, padres, no provoquéis a ira a vuestros hijos, sino criadlos en disciplina y amonestación del Señor.”
Con la lectura de los versículos es posible comprender la importancia de ser ponderado en la educación de los hijos, una vez que superar los límites con reglas rígidas puede airarlos.
“La crianza basada en la dictadura no funciona. Eventualmente, lo que estaba siendo controlado se revelará contra el dictador”, cita Cardoso.
Lo que funciona
Métodos para educar a los hijos no faltan en revistas, sitios web, blogs y programas. Y, además de ellos, existen los clásicos: el banquito de la disciplina, permanecer con el rostro hacia la pared “pensando en la vida”, recibir una paliza con el cinturón, tragarse el llanto y ser fuerte; que muchos de nosotros no necesita aprender porque lo vivimos con nuestros padres y abuelos. Pero solo hay un método que, de hecho, puede traer buenos resultados en la educación de los pequeños y de los más grandes. “Puede ser que sus hijos no le obedezcan hoy, sin embargo, lo que ellos nunca podrán decir, si usted, padre y madre, actúan como ejemplo de vida, es que no tuvieron un modelo en casa. Es el ejemplo quien enseñará y no el sermón, la larga explicación; es la enseñanza de vida. Este es el mayor impacto que usted puede tener sobre sus hijos”, finaliza el disertante.
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