La pregunta es: ¿Por qué Dios eligió a Abraham? ¿Qué movió Su corazón en esa elección? La fidelidad. Así es, positivamente la fidelidad fue una característica notable en la vida de este hombre.
Aun viviendo en una tierra pagana, donde la promiscuidad era motivo de cultos y alabanzas a dioses, Abraham se mantuvo fiel a su única esposa. A su vez, amada y respetada, Sara, correspondía la fidelidad de su marido, al punto de considerarlo su señor.
Con certeza, Dios vio que si Abraham podía serle fiel a su mujer, incluso siendo estéril, también le sería fiel a Él, ¡como siervo! Y esta es una de las razones de la diferencia entre siervos y siervos, cristianos y cristianos…
Antes de que la persona sea elegida, primero debe ser una candidata. Elegido es aquel que, habiendo atravesado el proceso de elección, es aprobado. El propio Señor Jesús dijo que “… muchos son llamados, mas pocos los escogidos” (Mateo 20:16; 22:14).
Podríamos comprender esta palabra como “muchos son los candidatos, pero pocos los escogidos”. Y la selección de los candidatos para la elección sugiere que la persona sea, sobre todo, fiel. Si la persona no logra serle fiel a quien ve ¿cómo le será fiel a quien no ve?
Las promesas de Dios están claramente dirigidas a los escogidos, es decir, a los que se mantienen fieles hasta el fin: “Sé fiel hasta la muerte, y Yo te daré la Corona de la Vida.” (Apocalipsis 2:10).
Para ellos está determinado: “No edificarán para que otro habite, ni plantarán para que otro coma; porque según los días de los árboles serán los días de Mi pueblo, y Mis escogidos disfrutarán la obra de sus manos.” (Isaías 65:22).
¿Un padre rico confiaría su herencia en las manos del hijo fiel o infiel? Dios tampoco puede confiar Sus infinitas bendiciones en las manos de hijos infieles. Por lo tanto, antes de que alguien se disponga a exigir la fidelidad de Dios en el cumplimiento de sus promesas, debe autoevaluarse y ver si está siendo fiel a su conducta cristiana.
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(*) Fragmento extraído del libro “La fe de Abraham” del obispo Edir Macedo.
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