De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud (OMS), cerca del 10% de las enfermedades que causan impacto alrededor del mundo (como tener que dejar de trabajar, internación e incluso hasta la muerte) son de origen psiquiátrico: los llamados trastornos mentales. La más común es la depresión, que afecta a cerca del 5% de la humanidad. Según la OMS, la depresión unipolar será en el 2020 la segunda enfermedad de mayor incidencia poblacional del mundo.
La persona que sufre de depresión puede tener pérdidas profesionales (con serios perjuicios a la carrera), problemas de convivencia social y con la familia, y, en casos extremos, llegar al suicidio. Según el psicólogo Clécio Branco, “la fe puede llevar al individuo a obtener confianza en la vida y en sí mismo, y eso cura”, advierte.
De acuerdo con Branco, la razón de números tan altos de casos de trastornos mentales en el mundo, es el hecho de que vivimos una época de extremo individualismo e inmediatismo. Para el psicólogo, la depresión y el suicidio son derivados de la pérdida del sentido de la existencia. “Duele mucho vivir sin tener placer, sueños y perspectivas. Las personas se matan porque vivir se torna demasiado insoportable”, resalta. Él recomienda un tratamiento con profesionales de psicología, pero muchos especialistas también creen que la fe puede ayudar.
La fuerza interior
La psicóloga Cristiane Flaux resalta que el psicoanálisis es un recurso muy útil, pues invita a la persona a hablar de lo que la angustia y a soportar lo que le causa disgusto. Y recuerda: “La Biblia habla sobre el valor del ser humano y cómo somos especiales para Dios. Pero no basta sólo saber eso, si la persona no se apropia de esa verdad y no busca por sí misma experimentar ese valor en su vida”, explica.
Por otra parte, la coordinadora del área de psicología de la Liga de Dolor de la Facultad de Medicina del Hospital de Clínicas de San Pablo (HCFMUSP), Andrea Portinoi, desarrolla un trabajo con el tratamiento de portadores de dolor crónico. Allí, ella y el equipo realizan investigaciones sobre la espiritualidad de los pacientes. “Nosotros no podemos afirmar que haya cura por la fe, pues tendríamos que comprobarla científicamente. Pero percibimos que el paciente que consigue mantenerse con fe, tiene un sufrimiento psíquico mucho menor. Cuando la persona está bien psíquicamente, el propio dolor disminuye”, explica.
Ella resalta que la fuerza interior demostrada por aquellos que profesan la fe en Dios es bastante positiva. “La fe es una convicción profunda y serena, que tiene una función protectora muy importante para la integridad física y psíquica del individuo”, concluye.
Con informaciones de la IURD de Japón