Una cosa es la fe para conquistar bienes materiales y pasajeros, otra cosa es la fe para conquistar bienes espirituales y eternos. Una no invalida a la otra.
Claro, si la persona tiene la fe enfocada en las bendiciones físicas, va a recibirlas de acuerdo con su empeño o ejercicio de la fe. Pero solamente después de haber ejercitado la fe en la Bendición Mayor – el bautismo en el Espíritu Santo – es que ella establecerá en definitivo sus bendiciones materiales.
Diez indignos leprosos manifestaron la fe en Jesús. Todos fueron curados de una sola vez. Sin embargo, solo uno volvió para agradecer y seguir a Jesús. No se sabe qué sucedió con los demás, pero los hechos actuales muestran que los espíritus de la lepra, expulsados por el poder de la fe, podrían volver con otra enfermedad peor por el poder de la duda.
Cuando la fe no es continuamente ejercitada, la duda entra en acción. Y en la ausencia del poder de la fe, el poder de la duda entra en acción.
Jesús dijo que cuando el espíritu inmundo sale del ser humano, su cuerpo queda vacío y limpio. En caso de que no sea ocupado por el Espíritu de Dios, la Fuente de la Fe, entonces el espíritu inmundo regresa a aquel cuerpo y lleva consigo otros siete espíritus, peores que él, y, entrando, habitan allí, y el último estado de aquel hombre se torna peor que el primero. Mateo 12:45.