La muerte es algo inevitable y nadie está libre de ella. La nutricionista Kelli Nunes, de 36 años, vivió el drama de oír la noticia que nadie desea recibir. “Mi madre había llegado sin vida al hospital y, cuando el médico me encontró, dijo que no tenía nada más que hacer. Él ya había llamado a la morgue”, cuenta Kelli.
Su madre, Maria Nunes, de 66 años, tenía diversos problemas de salud, como diabetes, colesterol y presión alta. En total, tomaba 13 tipos de medicamentos.
Cierto día, después de salir del baño, ella tuvo una caída, se golpeó la cabeza y la cadera y quedó desmayada por un tiempo. Ella tenía Laberintitis y, al caerse no lograba levantarse ni pedir ayuda. Después de dos días encerrada en su departamento, algunos vecinos sintieron su falta y decidieron llamar a la policía.
Indignación
La hija no aceptó ver a la madre en aquella situación. Al verla en una camilla, con los pies cubiertos por una sábana blanca, Kelli se sintió aún peor, pues siempre tuvo problemas con la madre. Maria fue alcohólica y, por causa de eso, ellas se peleaban mucho. Kelli cargaba odio y resentimiento hacia la madre pero, en aquel momento, todo lo que quería era que la madre pudiera vivir nuevamente.
Ella recordó las enseñanzas de la Reunión de la Cura de la Universal. En lugar de desesperarse, Kelli se indignó. “Yo decidí usar mi fe, entregué la vida de mi madre en las manos de Dios y determiné que un milagro sucedería y ella se levantaría de aquella camilla”, resalta.
Después de esa actitud de fe, Maria comenzó a respirar. El médico le preguntó a Kelli qué había hecho. Sin creer, el médico continuó afirmando que Maria estaba muerta y que aquello era solo un espasmo, un último suspiro, y que la llevaría a la morgue. “Yo le dije que mi madre estaba viva, y él comenzó a decir que era una ilusión, que los milagros no existían. En ese instante, mi madre se sentó y comenzó a preguntarme dónde estaba”, dijo.
Transformación
El médico no quiso dejar que Maria se vaya, porque quería estar seguro de su estado de salud. Después de realizar varios exámenes, la diabetes no fue detectada ni el colesterol alto, que ella trataba hacía años. Maria usaba lentes por causa de la catarata y, después del milagro, pasó a ver normalmente.
Después de la manifestación de Dios en la vida de Maria, la relación con su hija se transformó. Kelli cuenta que hoy tiene el privilegio de abrazarla y tenerla como amiga. La salud de María y su relación con la hija fueron restauradas. Eso acercó a las dos aún más a Dios. “Mi madre tiene mejor salud que yo. Dios la restauró por completo y me dio la oportunidad de vivir una nueva historia con mi madre”, cuenta Kelli.
Muchas personas hacen y reciben oraciones para tratar enfermedades incurables en las reuniones de cura y liberación de la Universal. Las cadenas se realizan todos los martes a las 8, 10, 16 y 20h, en Av. Corrientes 4070 – Almagro, o vea la dirección de una Universal más cercana ingresando aquí.
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