“Habiendo entrado Jesús en Jericó, iba pasando por la ciudad. Y sucedió que un varón llamado Zaqueo, que era jefe de los publicanos, y rico, procuraba ver quién era Jesús; pero no podía a causa de la multitud, pues era pequeño de estatura.”, (Lucas 19:1-3).
Zaqueo quería ver a Jesús e hizo todo lo necesario para conocerlo: “Y corriendo delante, subió a un árbol sicómoro para verle; porque había de pasar por allí.”, (Lucas 19:4).
A él no le importó su status, ni lo que diría la gente, subió porque quería conocerlo. Lamentablemente, muchos se preocupan con lo que los otros van a decir o pensar y se olvidan de lo importante: ver a Dios.
“Cuando Jesús llegó a aquel lugar, mirando hacia arriba, le vio, y le dijo: Zaqueo, date prisa, desciende, porque hoy es necesario que pose yo en tu casa. Entonces él descendió aprisa, y le recibió gozoso.”, (Lucas 19:5-6). Cuando una persona tiene fe, hace lo que sea necesario para lograr lo que quiere.
Zaqueo era un publicano rico, pero no le importó nada, sabía que, si veía a Jesús, Él cambiaría su vida. Fue esa actitud, llamó la atención de Jesús. Él era un ladrón, pero Jesús no lo despreció, porque Él ha venido para los pecadores: “Al ver esto, todos murmuraban, diciendo que había entrado a posar con un hombre pecador. Entonces Zaqueo, puesto en pie, dijo al Señor: He aquí, Señor, la mitad de mis bienes doy a los pobres; y si en algo he defraudado a alguno, se lo devuelvo cuadruplicado. Jesús le dijo: Hoy ha venido la salvación a esta casa; por cuanto él también es hijo de Abraham. Porque el Hijo del Hombre vino a buscar y a salvar lo que se había perdido.”, (Lucas 19:7-10).
Zaqueo tuvo fe para provocar todo, se subió al árbol y decidió devolver todo lo que había robado, aunque Jesús no le había pedido nada.
Así también, usted no está obligado a venir a la iglesia, ni a ser diezmista u ofrendante, no es manipulado por ningún predicador, usted decide entregarse a Dios. Porque a Él lo que Le agrada es cuando las actitudes nacen espontáneamente de la persona.
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