El Señor Jesús nos enseñó que: «El reino de los cielos es semejante al grano de mostaza que un hombre tomó y sembró en su campo. Esta es a la verdad la más pequeña de todas las semillas, pero cuando ha crecido es la mayor de las hortalizas y se hace árbol, de tal manera que vienen las aves del cielo y hacen nidos en sus ramas.” Mateo 13:31-32
Llaman la atención los siguientes hechos:
1) El Reino de los Cielos significa donde el Señor Dios reina, esto es, todos los lugares.
2) El grano de mostaza es la menor de todas las semillas conocidas en aquella época, la más insignificante delante de las demás. Así es la fe de aquellos que de ella viven. Es la más despreciada, la más rechazada y la más condenada entre los hombres, pero cuando es desarrollada y practicada, ella se torna la más importante y la más buscada.
La verdad es que el secreto de la fe no está en su tamaño, sino en su calidad y esa calidad se verifica en su pureza. Tiene que estar libre de dudas, preocupaciones, ansiedad y miedo, así como de cualquier otro sentimiento humano. Sólo a partir de eso la fe será limpia, pura y de calidad.
Llenaos del Espíritu
“No os embriaguéis con vino, en lo cual hay disolución; antes bien sed llenos del Espíritu, hablando entre vosotros con salmos, con himnos y cánticos espirituales, cantando y alabando al Señor en vuestros corazones; dando siempre gracias por todo al Dios y Padre, en el nombre de nuestro Señor Jesucristo.” Efesios 5:18-21
Como vemos, el llenarse del Espíritu Santo significa usar la fe en toda su plenitud. Cuando absorbemos los pensamientos o las ideas de alguien, estamos absorbiendo el espíritu de ese alguien. Así es con relación al Espíritu de Dios. Cuando nos alimentamos de sus pensamientos a través de la lectura de su Palabra, estamos llenándonos del Espíritu Santo.
El Señor Jesús dijo:
“El que cree en mí, como dice la Escritura, de su interior correrán ríos de agua viva.” Juan 7:38
Es aquel que cree en Él de acuerdo con la Biblia (no de acuerdo con los hombres o las religiones). La reacción es que de su interior va a fluir el Espíritu Santo. Cuando hable su expresión va a ser como la de Dios. De otra forma, ¿puede alguien estar lleno del Espíritu de Dios y manifestar la duda, el miedo, ansiedad, preocupación? ¡Claro que no! Cuando alguien está lleno del Espíritu Santo, fluye lo que está dentro de sí.
Es como cuando nosotros vemos a alguien poseído, que se manifiesta como poseído, habla y se expresa como tal. De la misma forma, cuando alguien está lleno del Espíritu, habla con la autoridad de Dios y se manifiesta como un profeta de Dios, porque el Espíritu de Dios usa su ser para expresarse al mundo.
Cuando el apóstol Juan nos da una descripción de la Nueva Jerusalén, él habla del río del agua de la vida, brillante como un cristal, que sale del trono de Dios. Ese río es el Espíritu de Dios, que ha salido por el mundo para dar vida a aquellos que creen en Su Palabra y la ponen en práctica. Cuando la persona cree de todo corazón en la Biblia, entonces el Espíritu de Dios toma posesión de ella y hace fluir la fe, la certeza y la convicción de aquello que es invisible.
Texto extraído del libro “Los Misterios de la Fe” del obispo Macedo.