Lea una parte más del libro “Fe Racional”, del obispo Edir Macedo
La fe emotiva ha llevado a la mayoría de los creyentes, incluyendo a pastores y muchos líderes evangélicos, a una vida fracasada. Estorba la fe sobrenatural, racional, inteligente. Analicemos un episodio narrado en la Palabra: “Aconteció después de la muerte de Moisés siervo del Señor, que el Señor habló a Josué hijo de Nun, servidor de Moisés, diciendo: Mi siervo Moisés ha muerto; ahora, pues, levántate y pasa este Jordán, tú y todo este pueblo, a la tierra que Yo les doy a los hijos de Israel.” (Josué 1:1-2)
Cuando Dios escogió a Josué, Moisés impuso las manos sobre él, pasándole su autoridad. Después de esto, Moisés murió y Josué quedó postrado. En verdad, Josué fue elegido para llevar al pueblo de Israel a la Tierra Prometida. Sin embargo, a causa de la muerte de Moisés, él se quedó parado debido a sus sentimientos. En ese momento, Dios le dijo: “Levántate ahora.”
Observe que Dios reprendió a Josué a causa de sus lamentos. Es decir, Dios le mostró que estaba equivocado y que tenía una tierra entera para tomar posesión.
Por lo tanto, esta es nuestra fe. La fe de la Iglesia Universal del Reino de Dios está pautada justamente en esta disposición. Moisés murió, vamos adelante, no podemos quedarnos llorando.
Hay una tierra prometida a ser conquistada, la cual exige disposición. De lo contrario, nos quedaremos para atrás. El diablo estimula las emociones a fin de que las personas queden postradas, débiles y atadas en su fe.
Existen personas en este momento que están viviendo una triste noticia o un sentimiento de amargura les ha impedido tomar posesión de su Tierra Prometida. Por esta razón, la fe queda neutralizada. Sin embargo, es necesaria la disposición para salir de esa postración.
Un ejemplo de eso fue el caso de una joven viuda que perdió a su marido después de 10 días de haberse casado. Ella estaba desesperada y sin saber qué hacer. Es verdad que sentimos el dolor, somos de carne y hueso, tenemos sentimientos y alma. No obstante, no podemos dejar que nuestra alma nos impida tomar posesión de lo que tenemos derecho. No podemos dejar ni permitir que nuestro corazón bloquee nuestra mente. En otras palabras, no podemos permitir que nuestros sentimientos bloqueen nuestra fe, inteligencia y razón.
Hay que despegarse de ese sentimiento y partir para la lucha, para la guerra y conquistar por la fe. Cuando la persona nutre sentimientos del corazón, ella ata e imposibilita que su fe actúe. Observe que las personas sentimentales son muy acobardadas y tímidas en la fe. En realidad, la fe existe, pero se vuelve impotente a causa de aquel sentimiento de pesar que debilita a la persona. El sentimiento hace que la persona quede inútil en su fe. Ella tiene disposición para cantar, adorar a Dios, pero no tiene disposición para luchar, sacrificar y conquistar.
No piense que Dios va a mandar ángeles para conquistar por nosotros. Él nos dio fe para que nosotros conquistemos. Somos nosotros los que tenemos que actuar. No sirve que la persona viva por los sentimientos. Cuando Dios le dijo a Josué: “Levántate ahora”, Él estaba queriendo decir a Josué que se levante, salga, tenga disposición, lidere el pueblo, avance en la tierra de los enemigos, tome posesión y le dé la victoria al pueblo que Dios escogió.
Esa es la fe que tenemos que nutrir dentro de nosotros, porque la fe es acción, actitud, coraje, y no tiene nada que ver con la emoción. La emoción nos hace quedar parados, estacionados, mirando para atrás, además de atar la fe.
Actúe, tome una actitud de fe y no le dé atención a los sentimientos. Lo que pasó, pasó, y no va a servir de nada querer remover el pasado. Déjelo para atrás y siga adelante, en la conquista de lo que Dios ha prometido.
La fe obliga a mirar para adelante sin darle atención a las circunstancias.