«Dijo entonces el Señor: Por cuanto este pueblo se Me acerca con sus palabras y Me honra con sus labios, pero aleja de Mí su corazón, y su veneración hacia Mí es solo una tradición aprendida de memoria, por tanto, he aquí, volveré a hacer maravillas con este pueblo, prodigiosas maravillas; y perecerá la sabiduría de sus sabios, y se eclipsará el entendimiento de sus entendidos.» Isaías 29:13-14
A través de este versículo podés aprender qué tipo de fe espera Dios del ser humano: interior y externamente.
- Una no sirve de nada sin la otra.
- Dios quiere que sea sincero y no religioso.
- Si solo honra a Dios interiormente, es decir, en pensamiento o sentimiento, sin tener actitudes, esa persona tiene un tipo de fe muerta. La fe sin obras es solo una teoría.
- El que solo honra a Dios exteriormente, con actitudes religiosas y con el objetivo de mostrarse, y no tiene un carácter honorable, es considerado por Dios un hipócrita.
- Dios exige una adoración completa: de adentro hacia afuera; y que exteriormente demuestre lo que hay en su interior.
- Debe ser en pensamiento, con palabras y actitudes.
La fe que honra a Dios no es religiosa ni tradicional, sino sacrificial y bíblica:
«… Si alguno quiere venir en pos de Mí, niéguese a sí mismo ―sacrificio―, y tome su cruz ―sacrificio―, y sígame―sacrificio», Mateo 16:24.
Dios habla sobre las personas que Lo honran de labios, de las que Lo llaman Señor, pero no hacen Su voluntad ni actúan como siervos. Jesús dijo que debemos pedirle al Padre que siempre se haga Su voluntad y no la nuestra, porque Su voluntad es buena, perfecta y agradable, no frustra ni decepciona.
Honrar de labios es:
◦ Que Le digas Señor a Dios y no hacés Su voluntad (leé Mateo 7:21), no actuás como siervo.
◦ Que Le digas Padre a Dios, y no hacés lo que Le agrada (leé Malaquías 1:6), no actuás como hijo.
◦ Que digas que amás a Dios, y odiás a tu hermano (leé 1 Juan 4:20), no actuás como hermano.
Si hacés lo que te agrada a vos o a la sociedad, en tu honra hay contradicción, religiosidad e hipocresía, porque lo que hacés no corresponde con lo que decís.
Abraham fue justificado por sus obras, no era suficiente que fuera un hombre de carácter, de una sola mujer o amigo de Dios, tuvo que actuar, manifestar su fe en Dios con actitudes, con decisiones. Es decir, externalizar su honra.
¿Cuáles son tus actitudes delante de los problemas, de las tentaciones o de las decepciones? Es en esos momentos que revelás tu nivel espiritual, si sos hacedor u oidor. Si solo sos oidor, no verás el cumplimiento de las maravillas de Dios en tu vida.
«Sed hacedores de la Palabra y no solamente oidores que se engañan a sí mismos.» Santiago 1:22
Y todo el que oye estas palabras Mías y no las pone en práctica, será semejante a un hombre insensato que edificó su casa sobre la arena; y cayó la lluvia, vinieron los torrentes, soplaron los vientos y azotaron aquella casa; y cayó, y grande fue su destrucción.» Mateo 7:26-27
Es por lo que vemos a muchas personas con condiciones para ser feliz, pero están arruinadas. A pesar de conocer la Palabra, no tienen carácter, personalidad, son inconstantes, se dejan influenciar por las circunstancias, se deprimen y se dejan afectar por las opiniones ajenas.
No obstante, cuando la persona tiene una FE VIVA, acompañada de carácter, confianza y actitud, tiene paz.
¿Qué debo hacer para tener una fe aprobada?
1.º Comenzar a honrar a Dios en tu interior,
- en tus pensamientos,
- controlar tus sentimientos,
- y con tu carácter e intenciones.
2.º Manifestar la honra en tus actitudes,
- hacia Dios,
- hacia todos los que te rodean en casa, en el trabajo,
- hacia las almas perdidas,
- y hacia la Obra de Dios.
Veamos lo que sucede cuando manifestamos esta fe aprobada:
«… si tenéis fe como un grano de mostaza, diréis a este monte: “Pásate de aquí allá”, y se pasará; y nada os será imposible.» Mateo 17:20
No importa el tamaño de la fe, siempre y cuando sea pura, sin egoísmo y humilde, porque para perdonar es necesario ser humilde. Cuando perdonamos, nuestra fe, aunque sea pequeña, se vuelve poderosa. Lo que importa es la calidad de la fe, que no esté contaminada con el orgullo, el rencor, los malos ojos, si está limpia y pura, no hay espacio para la malicia, el rencor, la mentira, la soberbia, el egoísmo, la envidia, la ingratitud.
«… Si tuvierais fe como un grano de mostaza, diríais a este sicómoro: “Desarráigate y plántate en el mar”. Y os obedecería.» Lucas 17:6
Hoy ese sicómoro son los traumas, las decepciones, el abuso, el abandono y la traición; tal vez es el egoísmo, el querer hacer todo a su manera o incluso la ansiedad.
Si honramos a Dios en una trinidad: pensamientos, palabras y actitudes, hay una explosión, ¡una bomba espiritualmente hablando! Empiezan a ocurrir las cosas sobrenaturales, ¡y vamos a ver árboles plantados en el mar!
Obispo Júlio Freitas