Es interesante verificar que en todo el Antiguo Testamento solamente una única vez se hace referencia a la palabra fe. Ella es el centro de la respuesta de Dios al profeta Habacuc:
“… mas el justo por su fe vivirá.” Habacuc 2:4
En cuanto eso, en el Nuevo Testamento la misma palabra es citada doscientas cuarenta y siete veces. ¿Qué significa eso? A primera vista podemos verificar que el Antiguo Testamento relata hechos que comprueban el ejercicio de la fe pura, mientras que el Nuevo Testamento explica la fe con los ejemplos de vida de los héroes del Antiguo.
En el Antiguo Testamento, la fe consiste en el reconocimiento de Dios en todo lo que Él es para el hombre. Aquí, la palabra fe, significa tener firmeza, y es normalmente traducida por creer. La obediencia y la confianza están en primer plano cuando se habla en creer. Abraham, por ejemplo, creía sin vacilación en las promesas de Dios, que lo juzgo justo por esa actitud que en el Nuevo Testamento se la llama fe.
Sin esta fe llena de esperanzas, designada por la acción de creer, el pueblo de Israel no podría subsistir:
“Por eso, Dios, el Señor, dice así: He aquí que yo he puesto en Sion por fundamento una piedra, piedra probada, angular, preciosa, de cimiento estable. El que crea, no se apresure.”
Isaías 28:16
Pero quien confía no vacilará:
“Y la cabeza de Efraín es Samaria y la cabeza de Samaria, el hijo de Remalías. Si vosotros no creéis, de cierto no permaneceréis.” Isaías 7:9
En el Nuevo Testamento, el Señor Jesús presenta la fe en su poder como condición para una sanidad:
“Él dijo: Hija, tu fe te ha salvado. Vete en paz y queda sana de tu enfermedad. Mientras él aún hablaba, vinieron de casa del alto dignatario de la sinagoga, diciendo: Tu hija ha muerto, ¿para qué molestas más al Maestro? Pero Jesús, luego que oyó lo que se decía, dijo al alto dignatario de la sinagoga: No temas, cree solamente.”
Marcos 5:34-36
Él censura la poca fe de los discípulos y habla de la fe que opera milagros:
“Jesús les dijo: Por vuestra poca fe. De cierto os digo que si tuviereis fe como un grano de mostaza, diréis a este monte: Pásate de aquí allá, y se pasará, y nada os será imposible.”
Mateo 17:20
Aunque la fe tenga a Dios como objetivo principal, “Respondiendo Jesús, les dijo: Tened fe en Dios” (Marcos 11:22), ella está en la más íntima relación con la obra del Señor Jesús, en quien el poder de Dios se manifiesta:
“Pero si yo por el Espíritu de Dios echo fuera los demonios, ciertamente ha llegado a vosotros el reino de Dios.”
Mateo 12:28
La fe en Cristo también es la condición para la remisión de los pecados (Hechos 10:43), para la salvación (Hechos 4:12) y el único requisito para que los cristianos reciban las bendiciones de Dios:
“Si Dios, pues, les concedió también el mismo don que a nosotros que hemos creído en el Señor Jesucristo, ¿quién era yo que pudiese estorbar a Dios?”
Hechos 11:17