Elena Josefina Olivari, como tantas otras personas enfrentaba distintos problemas, pero tenía una necesidad que estaba por encima de todo, ella necesitaba al Espíritu de Dios en su vida. Desde que se propuso buscarlo de todo corazón su interior cambió y los cambios se hicieron notorios en otras áreas de su vida también.
“Antes era infeliz, tenía problemas familiares, en mi hogar había agresiones y enfermedades. La situación hacía que estuviera depresiva y nerviosa. Peleábamos mucho con mi esposo porque se iba con sus amigos y había comenzado con el vicio del alcohol y el cigarrillo. En un momento él nos abandonó a mí y a mis hijos. Eso me hizo pensar en el suicidio.
La depresión aumentaba porque mis hijos estaban enfermos, había mucha miseria y también teníamos problemas espirituales. No se sabía nada de mi marido y eso me angustiaba. Recuerdo que pasaba noches en vela pensando en estos problemas”, cuenta Elena.
Ella buscaba una salida, sin embargo, cuando una vecina la invitó a la Universal al principio no aceptaba, pero se dio cuenta de que si probaba, no perdía nada. “Llegué un viernes, luché por mi liberación y fui venciendo los problemas. Al tiempo mi esposo regresó a casa y mis hijos se sanaron, todo iba cambiando pero necesitaba algo más. Por eso, cuando tuve la oportunidad de participar del Ayuno de Daniel no lo dudé, porque estaba buscando un cambio completo en mí y el Espíritu Santo me haría feliz por completo. Entonces, me concentré en mi vida espiritual, busqué el Espíritu Santo hasta que lo recibí. Fue maravilloso, ahora soy una nueva mujer, mi mirada refleja paz y alegría, Dios cambió todo y me dio el privilegio de tener Su Espíritu”.
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