El apóstol Pablo, escribiendo a la iglesia que se encontraba en Éfeso, dijo que nuestra lucha no es contra sangre ni carne, sino contra los principados y potestades, contra los dominadores de este mundo tenebroso y las fuerzas espirituales del mal. Los enemigos que están siempre afrontando a los cristianos.
Pero, ¿quiénes son estos seres? Las potestades son la clase de los espíritus inmundos, sujetos a los principados, y que actúan específicamente dentro del mundo religioso. Su objetivo predilecto es la iglesia evangélica, que es la verdadera iglesia del Señor Jesús. Para eso, crean nuevas religiones cada día, solamente con el objetivo de pulverizar la genuina fe cristiana.
Son ellas las que promueven los falsos profetas con sus religiones, aparentando un cristianismo auténtico: pero, en realidad, están distantes de las verdades bíblicas. Las personas solamente son engañadas por ellas, porque desconocen la Palabra de Dios. Cuando esta es divulgada con perseverancia, las potestades son desenmascaradas. No sirve de nada una vestimenta religiosa y una apariencia humilde, porque la Palabra de la Verdad revela la mentira y el engaño.
Por otro lado, los dominadores de este mundo tenebroso son los espíritus inmundos inteligentes, que han tomado la mente de las personas y las han esclavizado, con todo tipo de pensamientos contrarios a Dios. Son los promotores de ideologías, tales como comunistas, fascistas, nazistas, imperialistas, en fin, toda idea que contraríe la Palabra de Dios. Ellos, al tomar la mente de las personas, automáticamente consiguen controlar todas sus emociones, haciéndolas así, esclavas del orgullo. Además de eso, también son los causantes de toda suerte de fanatismo.
En cuanto a las fuerzas espirituales del mal, son clases de demonios más vulgares, causantes de diversos síntomas como: dolores de cabeza constantes, insomnio, miedo, nerviosismo, pensamientos de suicidio, dolores que generalmente los exámenes médicos no logran detectar la causa, mareos sin motivo aparente, disturbios emocionales, exceso de sueño, opresión, depresión, visión de bultos, audición de voces extrañas, brujería, hechicería, magia, homosexualismo, prostitución, adulterio, robos, etc.
Estos son algunos de los innumerables síntomas de las fuerzas espirituales del mal. Y estos problemas espirituales solamente se resuelven con la liberación, a través de la fe en el Señor Jesús. Los buenos consejos de personas preparadas pueden amenizar. Sin embargo, la solución solo viene por el ejercicio de la genuina fe cristiana.
Visto que nuestros enemigos son poderosos, debemos seguir el consejo de Pablo: “Por tanto, tomad toda la armadura de Dios, para que podáis resistir en el día malo, y habiendo acabado todo, estar firmes.” Efesios 6:13
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