La división de tareas, muchas veces, es un motivo de pelea entre la pareja. Normalmente, los hombres se quejan y se rehúsan a lavar los platos, barrer la casa, ir al supermercado o cualquier otro tipo de actividad. Pero los tiempos cambiaron y la participación del compañero es esencial en el día a día de la vida en pareja, principalmente con la inclusión de la mujer en el mercado de trabajo.
Compartir el mismo techo significa también colaborar, y para facilitar las actividades domésticas, la recomendación es que cada una elija lo que va a hacer, de acuerdo con las habilidades y preferencias. “Por cuestiones de naturaleza, los hombres y las mujeres tienen habilidades diferentes. Sin duda, la mujer es más práctica en las tareas domésticas. Por otra parte, el hombre tiene una fuerza física superior”, destaca el conductor de The Love School – La Escuela del Amor (www.iurdtv.com), el obispo Adilson Silva.
Según el obispo, así como los otros contrapuntos de un matrimonio, esta cuestión de destinar cada servicio de la casa tiene que ser resuelto con planificación, coherencia e inteligencia.
“No existe otra manera, el marido tiene que ayudar en casa. Cualquier ayuda es bienvenida, aunque sea pequeña”, dice la también conductora del programa Rosana Silva. De acuerdo con Rosana, si deja todo en la espalda de la mujer, quedará estresada, porque es mucha responsabilidad para administrar, incluso por el hecho de que muchas veces la mujer ya trabajó afuera.
Cuando el marido ayuda a la esposa, se está beneficiando a sí mismo, porque además de conseguir la admiración de ella, ganará más tiempo para la vida juntos. La pareja puede hacer esa división verbalmente, pero lo mejor es que, para evitar reclamos, lo haga por escrito, haciendo una lista de las responsabilidades con lo que cada uno prefiere, recordando que eso puede ser negociable. “Tiene que saber el tono de voz y la manera de hablar”, advierte el obispo.
Jamás critique el trabajo hecho por el otro, valorice la ayuda e incentívelo cada vez más. Si tuvieran hijos con edad para ayudar en las tareas, es bueno incluirlos también. Muéstreles cuán importantes son, toda la familia ganará con eso y servirá para unirla aún más.
Es necesario querer cambiar
“Al comienzo yo era muy celoso y posesivo, pensaba que nadie debería corregirme y que yo era bueno. Así, con el tiempo fui deteriorando la relación, incluso porque no le daba ni el derecho a que ella piense. Estábamos a punto de separarnos”, cuenta Seme Suaiden.
Según su esposa, Marilene Suaiden, ella era una persona que oía demasiado a su marido, lo respetaba mucho, pero, con el tiempo, él la anuló. “Mis amigos eran sus amigos, ya no tenía más relación con mi familia. Vivía en una redoma de vidrio y eso me fue sofocando, ya no tenía más mi identidad”, recuerda.
Seme cuenta que sus celos eran algo diabólico. “Era opresor, tanto para mí como para ella. Pero todo era a causa de una relación pasada, porque ella nunca me dio motivos. Todo cambió cuando buscamos al Espíritu del amor y aprendimos a lapidar nuestros defectos. Hoy, nos respetamos.”
Participe, todos los jueves, en la Iglesia Universal, de la Terapia del Amor. Durante los encuentros, los conferencistas explican que para ser feliz es necesario que algunas reglas sean establecidas dentro de la relación. Si usted está soltero, casado o separado, podrá encontrar en estas reuniones la dirección ideal.
[related_posts limit=”8″]