Cuando se habla de reglas, viene a la mente la idea de los límites, lo que no deja de ser verdad. Incluso en algunas compañías en las que los profesionales gozan de una mayor libertad, sea para expresarse o para negociar sus condiciones laborales, también hay horarios y rutinas para la entrega de tareas. Eso también en las empresas que exigen un trabajo más creativo.
En el momento de abrir un negocio, muchos emprendedores comienzan con una empresa pequeña. Es ahí que deben establecer límites, pues ayudan y facilitan la ejecución del trabajo. Caso que sea necesario, cabe al emprendedor tener sentido común para revisar y cambiar las reglas que traban las actividades profesionales.
Además de estar atentos y proteger su negocio de todas las formas posibles, como la acumulación de stock para el futuro por ejemplo, el empresario tiene que ser organizado y sistematizar rutinas que faciliten su trabajo. Si el pequeño empresario no posee la estructura de una gran empresa, puede adaptar algunas acciones y disciplinas para usar en su negocio.
Pero, si por un lado el emprendedor necesita establecer los límites que dirigen su negocio, por otro lado, el empleado también debe estar atento a las reglas de comportamiento en su lugar de trabajo, aunque no estén escritas en un manual.
Para eso, basta usar el sentido común y observar el comportamiento de quien está hace más tiempo en el trabajo. Esas reglas, formales o informales, deben ser respetadas.
Una de las reglas básicas es valorar a los compañeros de trabajo, independientemente de la posición que ocupen. Tratar a las demás como le gustaría que lo traten, sean superiores, compañeros o subordinados, sigue siendo una estrategia eficiente para evitar muchos errores y desgastes del ambiente de trabajo.
Cuide sus cosas y también del espacio común. No deje sus pertenencias tiradas sobre el escritorio. Para convivir bien, es fundamental entender que sus derechos terminan donde comienzan los de los demás. No pase ese límite. Cele por la limpieza y orden de su escritorio y de los espacios compartidos.
Más allá de eso, por más que la empresa valore un buen clima y estimule la creación de relaciones más íntimas, eso no da a los profesionales que están vinculados a ella el derecho de actuar como su estuvieran en casa. Es necesario tener en mente que nunca podemos actuar de la misma forma en el trabajo que fuera de él. Los valores, principios y el carácter deben ser los mismos, pero el comportamiento, no.
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