Es fácil pedir perdón de la boca hacia afuera. Decir lo que quería sentir, pero que no siente. Pero hay dos actitudes difíciles: pedir perdón real y sinceramente y recibirlo de la misma forma, sin reclamos o dudando de lo que oyó.
El hecho de pedir perdón va mucho más allá de abrir la boca y decirlo. Es pensar en las consecuencias de sus actos, notar y observar lo que causaron sus palabras dichas en el momento equivocado, tener consciencia que el mismo error no puede volver a ocurrir y, además, estar dispuesto a ayudar a la “víctima” a perdonarlo. ¿Cómo? Siendo testigo vivo de su amor, diariamente.
Sin embargo, saber recibir perdón también es una dádiva. Y recibirlo está más allá de solo oír, es reconocer su parte de culpa en la situación, y darse cuenta de que aquel que pide perdón es un ser humano compuesto por muchos defectos y que, por eso, no se le puede reclamar por lo hizo o dejó de hacer. El reclamo o la duda inhibe la real comprensión de qué es el verdadero perdón.
“No juzguéis, para que no seáis juzgados.
Porque con el juicio con que juzgáis, seréis juzgados, y con la medida con que medís, os será medido.
¿Y por qué miras la paja que está en el ojo de tu hermano, y no echas de ver la viga que está en tu propio ojo?
¿O cómo dirás a tu hermano: Déjame sacar la paja de tu ojo, y he aquí la viga en el ojo tuyo?
¡Hipócrita! saca primero la viga de tu propio ojo, y entonces verás bien para sacar la paja del ojo de tu hermano.”
Mateo 7:1-5
Perdonar aun siendo agredido
Tal vez esa sea la mayor dificultad del ser humano, perdonar incluso siendo la víctima de la situación. Hay varios ejemplos bíblicos, pero uno de los que se destacan es el de Esteban, que aun siendo apedreado, oró y perdonó a quienes lo mataron. (Hechos 7:54-60)
Esa oración es vista también en Jesús, cuando Él dijo, en Lucas 23:34: “Y Jesús decía: Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen. Y repartieron entre sí Sus vestidos, echando suertes.”
Es necesario tener mucho amor de Dios para hacer esa oración, pero no es algo imposible cuando logramos mirar al otro como un ser humano lleno de errores, que incluso necesita encontrarse con Él.
Recibir perdón
Siempre pensamos que tenemos que recibir un pedido de perdón, aun habiendo actuado de forma incorrecta. Falta en el ser humano la suficiente humildad para reconocer su error, para traer para sí mismo una responsabilidad de amor.
Pero, más allá de eso, es necesario saber perdonar.
Los resentimientos y los rencores no son sentimientos de quien perdonó de verdad, de quien se colocó en el lugar del otro y que se dio cuenta que es tan frágil como uno mismo.
“Entonces se Le acercó Pedro y Le dijo: Señor, ¿cuántas veces perdonaré a mi hermano que peque contra mí? ¿Hasta siete?Jesús le dijo: No te digo hasta siete, sino aun hasta setenta veces siete.” Mateo 18:21
¿Cuántos ya oyeron un pedido de perdón y al final dijeron: “Solo esta vez. La próxima no tendrás ni siquiera una chance de hablar conmigo”?
Jesús nos enseñó que no hay límites, sino todo lo contrario, el límite que Él mostró parece imposible de ser alcanzado: 70 x 7 perdones.
“Soportándoos unos a otros, y perdonándoos unos a otros si alguno tuviere queja contra otro. De la manera que Cristo os perdonó, así también hacedlo vosotros.” Colosenses 3:13
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