Cuántas preocupaciones hay entre las personas en ser eso o aquello, tener aptitudes y agradar a los demás, y en esa preocupación terminan por dejar de lado la mayor virtud: SER UNA NUEVA CRIATURA.
“Porque en Cristo Jesús ni la circuncisión es nada, ni la incircuncisión, sino la nueva criatura”. Gálatas 6:15 RVR1977
Y ¿Cómo convertirme en una nueva criatura?
El Señor Jesús dejó eso claro en esta enseñanza a Nicodemo.
“… En verdad, en verdad te digo que el que no nace de agua y del Espíritu no puede entrar en el Reino de Dios (…) Os es necesario nacer de nuevo”. Juan 3:5,7
Independientemente del lugar en el que la persona nació o de la crianza que tuvo, al nacer del agua y del Espíritu Santo, ella pasa a pertenecer a la familia de Dios. ¡ESO ES MUY FUERTE!
¿Cuántas personas hacen de todo para pertenecer a una familia elite? ¡Imagínese pertenecer a la familia de Dios!
“Porque por medio de Él los unos y los otros tenemos nuestra entrada al Padre en un mismo Espíritu. Así pues, ya no sois extraños ni extranjeros, sino que sois conciudadanos de los santos y sois de la familia de Dios”. Efesios 2:18-19
A través del Espíritu Santo, que recibe a todos aquellos que se convirtieron en nuevas criaturas, pasamos a ser uno solo en Cristo y con el Padre.
El Señor Jesús expresó ese deseo en la oración intercesora:
“Mas no ruego solo por estos, sino también por los que han de creer en Mí por la palabra de ellos, para que todos sean uno. Como Tú, oh Padre, estás en Mí y Yo en Ti, que también ellos estén en Nosotros…”. Juan 17:20-21
A los que crean ahora en este anuncio por la palabra, también sean hechos nuevas criaturas y entren en la familia de Dios.