“Mi mano hizo todas estas cosas, y así todas estas cosas fueron, dice el SEÑOR; pero miraré a aquel que es pobre y humilde de espíritu, y que tiembla a Mi Palabra.”
(Isaías 66:2)
Al contrario de los poderosos de este mundo, que miran solo a los que tienen un nivel social elevado, el Todopoderoso mira al pobre y al humilde de espíritu. Sin distinción de nivel social, raza, sexo o color de piel, el Señor de señores busca a los que toman Su Palabra en serio. A los que se entregan verdaderamente.
Él no mira a los arrogantes, orgullosos o a quienes cometen prejuicios en este mundo, aunque se digan cristianos. Él no mira el título, el tiempo de iglesia, el cargo o la apariencia. La atención de Dios es exclusiva para los humildes de espíritu. Estos cuentan con Su favor y Su respuesta.
El Señor Jesús andaba en medio de los despreciados de la sociedad, mientras que la elite religiosa Lo despreciaba por eso. Aquí, en el Antiguo Testamento, Dios ya mostraba cuál era Su inclinación. Si usted es pobre y humilde de espíritu, sepa que los ojos de Dios ya están sobre usted. Es el mejor momento para hablar con Él y entregarse a Sus cuidados. No importa quién es usted, de dónde vino o qué ha hecho. Lo único que importa es lo que quiere hacer de ahora en adelante. ¿Quién quiere ser usted? ¿A dónde quiere llegar?
Dios no Se preocupa por su nivel de escolaridad, por su clase social o por el color de su piel. Él mira al pobre y humilde de espíritu, y atiende su oración.
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Fuente: Libro “El Pan nuestro para 365 días”, del obispo Edir Macedo