La paloma no volvió. Él la liberó y esperó. Esperó preocupado. Conversó con sus hijos y aguardó que el tiempo pasara. Y ella no regresó.
Esa fue la primera vez que pasó eso y, a pesar de parecer extraño, era una buena señal. Pero era una señal tan buena que no podía creerlo. ¿Vio cuando las cosas salen muy bien, después de que salieron muy mal… y su corazón duda de cualquier buena señal? Así se sintió él. Entonces, esperó un poco más.
Teniendo en cuenta el tiempo que pasó encerrado dentro de esa arca con su familia, aguardar un poco más no era tan malo. La paloma debía estar buscando un lugar para posar, pues al estar toda la tierra inundada, no sería fácil. “Aunque es cierto que la vez anterior ella regresó con el ramo de olivo…”, pensaba. “Pero, seguramente, aun no llegó a encontrar un lugar para posar.”
El diluvio duró 40 días y 40 noches. Tempestades y ráfagas de viento. Tormentas y miedo. Día tras día, la embarcación amenazaba partirse por la mitad, hundirse y matar a todos los animales, que les dio tanto trabajo reunir.
Y aunque la lluvia pasó, los días no fueron fáciles. Fueron 150 días. Se mantuvieron apoyados sobre un mar de más de 7 metros de altura, guiado por el viento, terminando encallado en medio de montes.
Soltó a un cuervo y el cuervo iba y volvía. Era una buena señal. Pero no era suficiente. Dios dio órdenes claras: salir del arca solamente cuando el agua saliera de la Tierra. Por eso él estuvo preso durante tanto tiempo.
Entonces soltó una paloma, que voló y regresó. No tenía donde posarse. El agua parecía no querer irse.
Soltó la paloma nuevamente, voló y regresó. Con un ramo de olivo. La tierra aun estaba mojada. Hacía mucho que él no pisaba tierra firme. Tal vez quedara prisionero allí, para siempre.
Mantuvo la esperanza, soltó la paloma y esperó. Ella no regresó. Él la liberó y esperó. Esperó preocupado. Conversó con sus hijos y aguardó el tiempo del rastreo. Y ella no volvió.
¿El agua pasó? ¿La prisión terminó? ¿El mundo, finalmente, podría ser reconstruido? Y cuando Dios quiso, él aceptó las buenas nuevas. Noé liberó a la paloma. Y la paloma liberó a Noé.
(*) Génesis 6:18 – Génesis 8:14
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