La perseverancia es una cualidad capaz de hacer que alguien se conserve firme y constante en sus objetivos y propósitos hasta alcanzarlos plenamente. Al cristiano le trae firmeza de carácter y constancia en la fe pura, aún bajo las más diversas circunstancias, hasta la muerte.
Todo cristiano que se precie sabe que tiene que pasar por pruebas, ya que éstas producen actitudes perseverantes, de acuerdo como está escrito:
“Hermanos míos, gozaos profundamente cuando os halléis en diversas pruebas, sabiendo que la prueba de vuestra fe produce paciencia. Pero tenga la paciencia su obra completa, para que seáis perfectos y cabales, sin que os falte cosa alguna.” Santiago 1:2-4
“También nos vanagloriamos en las propias tribulaciones, sabiendo que la tribulación produce perseverancia; y la perseverancia, experiencia; y la experiencia, esperanza.” Romanos 5:3-4
Si observamos con cuidado la historia de los grandes personajes del mundo, la manera en que ellos consiguieron fama y éxito por sus grandes hechos, notaremos cualidades comunes en todos ellos: eran constantes, firmes y persistentes.
A pesar de muchos fracasos, ellos no desistieron de alcanzar sus objetivos. Cuantas veces ellos caían, se volvían a poner de pie y proseguían en la búsqueda de la victoria.
Entonces, si muchos de ellos, que eran incircuncisos de corazón, alcanzaron sus metas, cuánto más nosotros los cristianos, que tenemos el sello de Dios en nuestros corazones. Tenemos todavía la orientación más cierta, que es Su Palabra, impulsándonos a avanzar, cueste lo que cueste, duela a quien duela, hasta que alcancemos la perfección.
Todo en la vida depende de la perseverancia, y el mismo Señor Jesús dejó eso claro en una exhortación, al decir:
“Con vuestra paciencia ganaréis vuestras almas.” Lucas 21:19
Si perseveramos en la fe, podemos contar las bendiciones no solamente por las almas que ganaremos, sino por cualquier cosa que podamos desear. Solamente depende de cada uno de nosotros, para que nuestras propias realizaciones sucedan. Eso no sucede por casualidad. Es necesario una constancia, un espíritu perseverante, indomable y mucha firmeza de fe. El escrito a los hebreos afirma:
“… pues os es necesaria la paciencia, para que habiendo hecho la voluntad de Dios, obtengáis la promesa.” Hebreos 10:36
Creo que la derrota y el fracaso son frutos de la falta de perseverancia, más que cualquier otro factor, porque cuando se cree en aquello que se hace con determinación, obligatoriamente se debe obtener un resultado positivo.
¡Es la regla de la vida! Es la ley celestial fija dirigiendo todas la cosas, es decir, lo que el hombre siembra, esto también cosechará (Gálatas 6:7).
Hay un antiguo refrán popular que dice: «Agua blanda en piedra dura, tanto golpea hasta que perfora». ¿No será esto un ejemplo para nosotros los cristianos, en lo que respecta a las cosas que tanto deseamos alcanzar?