¿Quién rechazaría algo que es gratis? Difícilmente podamos encontrar una persona que se rehúse a recibir una cosa sin tener que dar algo a cambio. De hecho, ese intercambio de bienes es la base del sistema capitalista bajo el que se encuentra casi la totalidad de la población mundial.
Todos los que trabajamos queremos recibir una remuneración por nuestra labor y nos enojamos mucho cuando eso no sucede, tomando incluso medidas de fuerza. Sin embargo, cuando de música, películas y software se trata, cada vez son menos los que piensan que son un bien por el que hay que pagar.
En Argentina, por ejemplo, el 69% del software (programas) instalado en computadoras es ilegal o “pirata”. De acuerdo al informe anual realizado por BSA, una alianza de empresas informáticas, nuestro país presenta la tasa más alta de la región, que se ubica en un promedio del 55%. “Considerando que Argentina tiene un mercado e industria de IT bastante más avanzado que otros países en la región, esto es preocupante”, explica Rodger Correa, director y program coordinator para las Américas de BSA, en El Cronista.
Si bien la instalación de software ilegal en Argentina le costó al sector unos 54 millones de dólares en 2015, esta práctica no perjudica solamente a la industria del software, sino también a los propios argentinos. El uso de programas sin licencia tiene una gran cantidad de puntos negativos. El informe destaca que estas prácticas ponen en riesgo “la seguridad de la información, la seguridad de los datos de los clientes (en el caso de las empresas) y aumenta fuertemente el riesgo de ciberataques. También reduce la cantidad de impuestos que puede recaudar el Estado y afecta la estructura de servicios que existen para brindar soporte al software en el mercado local”. Resumido en una frase, perdemos todos.
Lo mismo sucede con la música y las películas. Detrás de una obra hay un autor, una persona que dedicó tiempo y recursos para crear y distribuir su material. Cuando descargamos “por izquierda” su trabajo, estamos impidiendo que reciba una recompensa por su trabajo.
Hoy existen muchas alternativas para que los usuarios no caigan en la tentación de robar. Existen servicios de música gratuitos, suscripciones a servicios de películas y series, y también software libre, gratuito y legal, para quien no pueda (o no quiera) pagar por un programa. La elección está en nuestras manos, decidir dependerá de nuestra conciencia y del respeto que tengamos por el trabajo de los demás.
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