Algunos cristianos norteamericanos están indignados con la red de cafeterías Starbucks a causa del vaso de navidad. Según ellos, el vaso todo rojo, sin ninguno de los símbolos navideños tradicionales, sería una actitud “anticristiana” de la red, que tiene filiales en el mundo entero. La tempestad en ese vaso de café ya cuenta incluso con el apoyo de cristianos de otros países y la adhesión de gente famosa, como el empresario y conductor Donald Trump, que defendió el boicot a la marca. Como si pinos, velas, bolas coloridas y papá noel fueran, de hecho, símbolos cristianos.
Si el problema de esas personas con Starbucks es que el vaso no trae símbolos cristianos en navidad, es irónico que no les importe el logotipo de la empresa, que representa a una entidad nada cristiana. Es una sirena conocida como Melusina, un “espíritu de las aguas”. En la cultura africana, la misma figura aparece en representaciones de Yemojá (Iemanjá, en Brasil), cuando es retratada con dos colas.
Con el pasar de los años, la empresa la modificó para que quede más presentable. Al principio era muy descuidada, mostrando los senos y una pose pornográfica, con las colas abiertas; copia de una ilustración alemana de un libro impreso en 1480. Con el pasar de los años, se hizo algunas lipos, cirugías plásticas, se puso el cabello sobre los senos… un legítimo makeover, que la transformó en algo más simpático y políticamente correcto. Pero, si se fija en los costados… las colas continúan allí. Y la corona de “reina del mar”, en la cabeza. Pero, después de todo, ¿por qué una sirena como símbolo de la tienda de café?
Esta duda es tan común que la página de la empresa tiene incluso una respuesta preparada. La inspiración del nombre y del logotipo habría venido de la voluntad de sus dueños de “homenajear la tradición marítima del café”. El nombre de la cafetería fue sacado de un personaje del libro Moby Dick, el señor Starbuck, primer piloto del navío Pequod. Entonces, ellos crearon una cafetería con el nombre de un personaje masculino y le estamparon una sirena como logotipo… ¿tiene sentido? ¡Ninguno! No hay ni siquiera una sirena como personaje en el libro.
En una entrevista, el designer responsable por el logotipo dijo: “Es una metáfora para la seducción de la cafeína, las sirenas que atraían a los marineros hacia las rocas”. Extraña metáfora, ya que, en los mitos, las sirenas atraían a los marineros para despedazarlos contra las rocas… ¿sería un aviso para que los clientes se mantuvieran lejos de la cafeína antes de que los mate? Su página todavía intenta embellecerlo: “Terry Heckler encontró la metáfora perfecta del ‘canto de la sirena’ del café que nos seduce hacia el vaso”. No tiene mucho sentido querer vender café usando esa comparación. Si el canto de la sirena servía para quitarles el autocontrol a los marineros, usarlo como metáfora para el producto es casi un anti marketing. Pero, entonces, ¿cuál es la de esa sirena?
No se puede afirmar que los creadores del logotipo sabían que estaban reverenciando a una entidad, pero en todas las culturas, desde épocas remotas, seres mitad gente mitad pez (o, en algunos casos, serpiente) son la representación de una misma divinidad, con nombres y géneros diferentes: entre los cananitas y filisteos, Atargatis, Derketo y Dagom (el mismo de la imagen que Dios hizo caer y despedazarse delante del Arca de la Alianza, cuando fue raptada por los filisteos); Oannes, en Babilonia; Matsy??gan?, en India; Mixoparthenos, en Grecia; Kianda, en Angola; Melusina y Lorelei, en Europa; Ningyo, en Japón; Yemojá, en África; Iemanjá, en Brasil, entre otros nombres en esos y en otros lugares.
Las divinidades femeninas de esta lista también eran llamadas “Reina del mar” o “Madre del agua”, adoradas como diosas de la fertilidad. Por aquí, la representación oficial de ese espíritu ganó un vestidito, para sincretizar mejor con las imágenes católicas y esconder de los señores de esclavos el culto a esa entidad, pero las representaciones en las que la cola aparece son muy comunes.
Las leyendas y las apariencias se modificaron con el tiempo, cada cultura desarrollando su tradición, pero el espíritu representado permanece. El mismo espíritu de Atargatis, Melusina, Dagom y Iemanjá es reverenciado en la imagen de la sirena.
Lo más incoherente de esta historia es que ninguno de esos cristianos indignados cuestionó (o por lo menos le pareció extraño) la presencia de una diosa pagana saludando con las dos colas, bien frente a sus narices, en sus tan amados vasos de café. Al contrario, ¡se unen para reclamar porque no hay suficientes ítems paganos en ellos!
Lamentablemente, el “canto de la sirena” de nuestro tiempo, el espíritu que envuelve a este mundo, ha cegado a muchos cristianos al punto de que ya ni siquiera logran ver lo que Dios considera importante. Es mucho más fácil apegarse a tradiciones y confundirlas con cristianismo, pues eso no exige ningún sacrificio, no hay precio que pagar. Por otro lado, tampoco le trae ningún beneficio a nadie.
Para quien mira de afuera, el movimiento pseudocristiano contra los vasos rojos parece fanatismo religioso, sin sentido o propósito, lo que solo vacuna contra el verdadero cristianismo. Les garantizo que Jesús jamás perdería Su tiempo peleando para que pongan a un buen viejito al lado de Iemanjá en el vaso de Starbucks.