Cuando se trata de la preservación de la Fe Salvadora, no podemos jugar, no podemos usar los sentimientos, no podemos dar ningún tipo de brecha, pues la Salvación del Alma es la cosa más preciosa que Dios nos dio, visto que Él no quiere que pasemos solamente algunos momentos de esta vida con Él, sino toda la eternidad a Su lado. Ante eso, Dios lanzó serias advertencias a Israel (Iglesia) sobre las medidas que debían ser tomadas. Encontramos eso en Deuteronomio 13 (léalo).
1° Advertencia – Vea que esta es para el profeta (pastor/obispo/obrero, etc.) que incluso hace milagros, tiene una buena palabra, hace “cultos maravillosos”, llenos de emoción para cautivar a sus seguidores, solo que es engañador, pues persuade a las personas a seguir a falsos dioses, que, para nosotros, pueden ser falsas ideas, rebeldía contra autoridades espirituales y disensiones.
Los hombres así son ambiciosos, amigos de los placeres, solo piensan en ellos y quieren que las personas los sigan. Tienen sus ojos puestos totalmente en el oro y no en el Altar. La orden es clara: deben ser eliminados, o sea, no podemos darles oídos, ni seguir sus falsas enseñanzas.
Quien es temeroso a Dios no se deja llevar por los ojos, pues el hecho de realizar milagros no significa que esa persona sea de Dios, ya que el árbol, el verdadero hombre de Dios, se conoce por los frutos y no por los dones de poder. No se olvide de que aquel día muchos dirán:
“Señor, Señor, ¿no profetizamos en Tu Nombre, y en Tu Nombre echamos fuera demonios, y en Tu Nombre hicimos muchos milagros? Y entonces les declararé: Jamás os conocí; apartaos de Mí, los que practicáis la iniquidad.” Mateo 7:22-23
Frente a eso, no podemos dejarnos persuadir. El verdadero hombre de Dios siempre llevará a las personas a adorar, a servir, a obedecer única y exclusivamente al Señor Jesús, nunca buscará su propia gloria o beneficio, pues solo vive para servir a su Dios y Señor.
2° Advertencia – está relacionada a nuestros seres queridos. No podemos permitir que nuestros lazos afectivos o sentimentales cieguen nuestro entendimiento, al punto de no dejarnos juzgar las cosas con la cabeza. Sea padre, madre, hermano, marido/esposa, hijos o amigos íntimos, si intentan persuadirnos para que abandonemos nuestra fe en el Señor Jesús, hablando mal de la iglesia, del pastor/obispo/obrero, criticando nuestra fe o tratando de sacarnos de la Casa de Nuestro Señor y Salvador, aunque traigan argumentos muy buenos, no podemos oírlos ni dejarnos engañar.
Nuestra actitud es ponerles un punto final a esas personas, primero, advirtiéndoles que no hagan más. En caso de que insistan, entonces nuestra mano debe ser la primera a “apedrearlas”, o sea, tenemos que arrancarlas de nuestra vida. Ya no podemos mantener esos lazos. Aunque eso nos duela, no importa. Nuestra eternidad vale más que cualquier cosa o persona. Si no somos radicales en cuanto a eso, estamos poniendo en riesgo nuestro mayor tesoro. NO HAY SENTIMENTALISMO EN LA FE.
3° Advertencia – esta es contra una ciudad, que hoy es la iglesia. Si la persona ve a algún pastor/obispo/obrero intentando desviar a la iglesia del Camino, trayendo doctrinas o ideas antibíblicas, cometiendo pecados, hablando contra el liderazgo espiritual de la iglesia, entonces no hay ni que pensarlo, ¡no hay amistad! Aunque sea la persona que nos ayudó en nuestra conversión, no importa. Debe ser denunciada inmediatamente ante el liderazgo de la iglesia para que sea eliminada del ministerio. No podemos permitir que la iglesia sea perjudicada por uno o por varios elementos que traen dentro de sí los mismos sentimientos de Satanás, que son la rebeldía y el orgullo. Tenemos que eliminarlos. ¡ESO ES LEY!
Vea que Dios es radical con esos temas y quiere que seamos como Él es. No hay sentimientos. Aquello que intente perjudicar nuestra fe, nuestra relación con el Señor y Salvador Jesús e intente hacer que perdamos la Salvación, tiene que ser arrancado de nuestro medio. Haciendo eso, estamos preservando nuestra Salvación y seremos bendecidos por la lealtad y fidelidad al Señor y Dios.
¡Quien tiene oídos, oiga lo que el Espíritu dice a la iglesia! Y quien tiene juicio, ¡obedezca!
Colaboró: Obispo Franklin Sanches