Muchas personas, cuando enfrentan un gran problema en sus vidas, claman a Dios por ayuda, pero no todas esas personas son respondidas, ¿por qué? Todo se resume en el siguiente pasaje bíblico:
“… si se humillare Mi pueblo, sobre el cual Mi nombre es invocado, y oraren y buscaren Mi rostro, y se convirtieren de sus malos caminos; entonces Yo oiré desde los cielos, y perdonaré sus pecados, y sanaré su tierra.” 2 Crónicas 7:14
Para que Dios nos responda, perdone y sane nuestra tierra, debemos seguir los siguientes pasos: humillarnos, orar, buscarlo y convertirnos.
La palabra humillar posee una connotación negativa y nos remite a situaciones desagradables. Sin embargo, en este contexto, lo que realmente expresa es el reconocimiento de nuestros errores y pecados delante de Dios. En otras palabras, es necesario que usted reconozca, con sinceridad, quién ha sido usted hasta ahora.
De este modo, podrá orar y buscar a Dios, pero hay un paso más, que es fundamental: convertirse de sus malos caminos, es decir, abandonar la mentira, el chusmerío, los malos ojos, el querer perjudicar a los demás para obtener ventajas, y todo lo que desagrada al Altísimo.
Observe que la vida de un cristiano se basa en una sociedad con Dios: usted Le entrega su vida y Él le da todo. No se trata de fanatismo o de religión, sino de una con comunión con el Creador.