Los recientes hechos muestran que las previsiones descritas en la Biblia se aproximan y son inevitables.
Millones de personas están todos los días descubriendo lo que ellas llaman “Terrible Realidad”: la muerte no es el fin.
Escépticos, ateos, cristianos, musulmanes, judíos, espiritistas y religiosos. Nadie quedará afuera. No es opcional.
La angustia, el arrepentimiento y la profunda desesperación se apoderan de quienes no les dieron importancia a los constantes avisos sobre el regreso de Jesús y la Eternidad. Apostaron y perdieron.
Dios, insistentemente, les ha dicho a Sus siervos: “¡Alerten a la humanidad, pues no habrá compasión ni misericordia!”
La cobranza vendrá sobre ambos, pues la cuestión no es cuántas almas ganaron los siervos y libraron del infierno, sino cuántas dejaron de ganar.
Cuidado: ¡el tiempo se está acabando!
Muchos oirán del Propio Dios: “Apartaos de Mí, malditos, al fuego eterno preparado para el diablo y sus ángeles.”
Otros tendrán una sorpresa: “Nunca os conocí; apartaos de Mí, hacedores de maldad.”
Y a algunos pocos, la noticia tan esperada: “Bien, buen siervo y fiel; sobre poco has sido fiel, sobre mucho te pondré; entra en el gozo de tu Señor.”
Por lo tanto, un recado: ¿Cuál es la afirmación que usted oirá? Las palabras no son suficientes para cambiar su destino. Las actitudes conducen la vida hacia una de las dos direcciones de la Eternidad: en la compañía y alegría de Dios, o en la tristeza y el tormento con el diablo.
Siervos, miembros, jóvenes, evangelistas, obreros, pastores, obispos o cual fuera el título por el cual usted es llamado: ¿cuántas almas dejó usted de ganar?
Un nuevo batallón de siervos está levantándose en este Ayuno de Daniel. Quien recibe el Espíritu Santo inmediatamente se da cuenta de que el tiempo es corto y hay mucho trabajo por hacer.
Vea la revelación del obispo Macedo:
Colaboró Pastor Paulo Cezar