“Vosotros sois la sal de la tierra; pero si la sal se ha vuelto insípida, ¿con qué se hará salada otra vez? Ya para nada sirve, sino para ser echada fuera y pisoteada por los hombres”. Mateo 5:13
¿Quién dijo eso? El Señor Jesús.
Usted puede tener la comida más cara del mundo, la mejor carne de este mundo, pero, sin sal, no tiene sabor.
Otra cosa interesante es que, cuando el chef hace la comida y condimenta, la sal desaparece, pero da sabor. Y el que se lleva la fama es el cocinero.
Los que somos de Dios no necesitamos que nadie nos vea, la gloria es para Dios, pero le damos sabor a la vida de los demás.
La sal pierde su sabor cuando se mezcla con otras sustancias. ¿Y cómo pierde el cristiano su sabor? Cuando se mezcla con cosas y personas que no tienen que ver con la fe.
¿Usted ha conservado su fe?
Si nosotros estamos en la fe y vivimos una vida sin maldad, apartados del mal, vamos a dar sabor, pero si nos mezclamos perderemos ese sabor.
“Dime con quién andas y te diré quién eres”.
“El que anda con sabios, sabio será; mas el que se junta con necios será quebrantado”. Proverbios 13:20
La sal da sabor mientras se mantiene original, y no lo da cuando se mezcla, asimismo el cristiano, cuando se mezcla con las cosas del mundo y se desvía, pierde sabor. Por eso es importante que no nos mezclemos con cosas que pueden contaminar nuestra comunión con Dios.
No es no saludar o ser maleducado, es no mezclarse.
Cuando vea que hay un ambiente que puede perjudicar su fe, aléjese.
El diablo quiere que perdamos el sabor, ¡pero el Espíritu Santo es Quien nos da sabor para que nos mantengamos firmes!
Piense en eso.
Dios le bendiga.