Hacer el bien parece algo simple, pero día a día pueden suceder algunas situaciones que hagan desanimar la práctica de esas actitudes.
A fin de cuentas, muchos se olvidan de que hacer el bien también involucra situaciones en las que la respuesta no será tan buena como la que se espera.
Entonces, ¿cómo podemos ayudar cuando lo que recibimos como respuesta es ingratitud?
Sobre este tema, se cuenta que un maestro caminaba con su discípulo, cuando vio una cobra que, por haberse caído en un horno, se estaba quemando.
Al intentar sacarla del fuego, la cobra, por instinto, lo mordió. Debido al reflejo del dolor, el maestro la soltó y la cobra cayó nuevamente al fuego.
Intentó sacarla de nuevo, y la cobra lo mordió.
El discípulo, al observar la escena, se acercó al maestro y le dijo: “Maestro, ¿no se da cuenta de que la cobra lo morderá cada vez que intente sacarla del fuego?”.
El maestro le explicó sabiamente a su aprendiz: “Joven mío, la naturaleza de la cobra es morder. Ese es su instinto. Sin embargo, no puedo dejar que su naturaleza cambie la mía, que es ayudar”.
Por lo tanto, para evitar ser mordido otra vez, con la ayuda de una rama seca, el maestro sacó la cobra del fuego y salvó su vida.
Dar lo que tiene
La reacción del maestro revela que hacer el bien no depende de las personas que lo rodean, sino de quién es usted.
La Biblia no dice que el hombre bueno hace cosas buenas, porque las personas que lo rodean son buenas también. Sino enfatiza que saca sus actitudes de bondad de su propio corazón.
“El hombre bueno, del buen tesoro de su corazón saca lo bueno”. Lucas 6:45
Es decir, usted solo puede dar lo que tiene. Sin embargo, hay quienes dejan de hacer el bien, aduciendo la mala reacción del otro. No consideran que todo lo que hacemos, sea bueno o malo, es una siembra que, tarde o temprano, dará frutos.
“… y al que sabe hacer lo bueno, y no lo hace, le es pecado.” (Santiago 4:17)
Sin cansarse
No obstante, es inevitable que las decepciones, en algún momento, intenten afectar nuestra disposición para hacer el bien. Para esos momentos, la Palabra de Dios es muy directa:
“No nos cansemos, pues, de hacer bien; porque a su tiempo segaremos, si no desmayamos.” Gálatas 6:9
El obispo Edir Macedo en sus comentarios de fe destaca que delante de las innumerables dificultades que el justo enfrenta en este mundo necesita firmeza y perseverancia en su fe para vivir dentro de los principios Sagrados.
“Él corre el gran peligro de cansarse de hacer el bien y de dejar de atender a lo que las Escrituras enseñan. Eso es porque, en todo lugar, aquel que es de Dios enfrenta oposición, obstáculo, ingratitud y persecución”, explica.
El obispo recuerda que en el debido momento de Dios vendrá la recompensa. Sin embargo, “… esos resultados solo podrán apreciarlos aquellos que no estén exhaustos o desanimados en la fe”.
Por eso, independientemente del mal que otros puedan hacerle, no cambie su naturaleza. Si eso lo ha herido, de la misma forma que el maestro fue mordido todas las veces que intentó ayudar a la cobra, tome las precauciones necesarias y siga haciendo el bien. Porque este siempre volverá a aquellos que lo practican.
Naturaleza Divina
Sin embargo, sin la naturaleza Divina es imposible no cansarse de hacer el bien. La bondad y la benignidad es fruto del Espíritu Santo. Todos los que Lo poseen comienzan a tener la naturaleza del propio Dios en su interior.
Por ese motivo, invierta en tener el Espíritu Santo para que habite en su corazón. De esta forma, será algo natural sacar cosas buenas de él, porque Dios estará allí. Y, si en algún momento surge el cansancio, Él renovará sus fuerzas para seguir haciendo lo que Le agrada.
La reunión del Encuentro con Dios se realiza todos los domingos, y es una excelente oportunidad para aquellos que deseen ser una morada del Altísimo.
Acérquese al Templo de la Fe, ubicado en Av. Corrientes 4070 Almagro, o a la Universal más cercana a su domicilio. Consulte aquí las direcciones. ¡Agéndelo y participe!