“Y tomarás en tu mano esta vara, con la cual harás las señales.” Éxodo 4:17
La vara era indispensable, tenía que ser llevada dondequiera que Moisés fuera, pues la obra que él tendría que realizar en la liberación del pueblo de Israel de Egipto no sería hecha por su fuerza, capacidad o inteligencia, sino que solo sería posible a través del Poder de Dios, pues solamente con la fe, la vara, es que se hace la voluntad de Dios. ¡Esto sirve para nosotros también!
Todo nuestro trabajo, toda nuestra vida, todo lo que deseamos e incluso nuestra Salvación depende de la fe, pues es a través de ella, y solo de ella, que el Espíritu Santo podrá usarnos para hacer la Obra que Dios quiere que realicemos en este mundo.
Desafortunadamente, con el pasar de los años, muchos han perdido la visión de la necesidad de vivir la fe sacrificial y comienzan a querer “disfrutar de su vida”, a hacer la Obra de Dios en piloto automático, confiando en su experiencia, en su tiempo de obra, en sus “influencias”, en su conocimiento…
Es por eso que tenemos tantos “ex”, pues ellos no le prestaron atención a esa realidad y terminaron fracasando en su vida personal y también en su ministerio.
Nunca podemos olvidarnos de los principios de nuestra relación con Dios, de la pureza de nuestras intenciones, de los objetivos que nos llevaron a servir a Dios, de la fe audaz y determinada que nos llevó a sacrificar toda nuestra vida para servir.
Por eso, Dios ordenó que Moisés siempre llevara la vara.
Ella era parte de la misión, no podía ser dejada de lado, no podía ser olvidada.
El éxito del hombre de Dios está en nunca dejar de lado la “vara” que Dios le dio.
Por eso, es indispensable alimentar y mantener encendida la llama de nuestra fe, de nuestro primer amor, del temor a Dios. Y solo es posible obtener eso a través de una comunión íntima, profunda y diaria con Dios.
Si nos empeñamos en ello, nuestra fe se mantendrá siempre pura, viva y lista para sacrificar lo que sea necesario, dando como resultado frutos para nuestro Dios, y frutos que permanecerán.
¡Nunca podemos olvidarnos de nuestra vara (fe)!
Hacia dondequiera que vayamos o seamos enviados, ella debe ser lo primero en nuestro equipaje, pues es con la fe que haremos que la Gloria de Dios sea vista, es con ella que conquistaremos naciones, pueblos, ciudades enteras para nuestro Salvador, sin perder lo más importante: ¡nuestra Salvación!