La frase “la venganza es un plato que se come frío” es generalmente dicha por personas cautelosas. Pero las impulsivas, cuando se sienten traicionadas, piensan en pagar con la misma moneda sin medir esfuerzos. Al vivir el dolor causado por un engaño, por ejemplo, muchas pierden la cabeza y piensan en actuar de la misma forma con quien las lastimó.
En un caso reciente, una joven subió un video a internet en el que se venga de la traición de su novio, revelando que ella lo traicionó también. Además de mostrarse en la cama con otro joven, la chica dijo que si él la engañó, ella podía hacer exactamente lo mismo.
Cuando una persona es engañada siente que pierde algo, entonces desea salir con la sensación de haber ganado, y lo busca a través del dolor ajeno. Si bien el acto de venganza causa una sensación de alivio del dolor, no resuelve el problema. Después de la venganza viene la reflexión y el deseo de arreglar el error cometido, pero ya es tarde.
¿Cómo reaccionar ante una traición?
No tome actitudes drásticas. Sus emociones están a flor de piel, es mejor esperar a que pase el huracán emocional.
Entienda lo que sucedió. Converse con su pareja, hable sobre lo que la llevó a actuar así y descubran qué es lo que no estaba funcionando en la pareja.
Decida si dará una nueva oportunidad. Si lo hará, busque comprender qué necesitan cambiar. La traición puede ser el disparador para ver algo que estaba adormecido. Es más fácil culpar a quien traicionó que pensar que puede haber sido fruto de un problema no resuelto.
No exponga el caso. Cuantas menos personas lo sepan, mejor. Si es necesario, busque el consejo de alguien imparcial, para que pueda ver la situación desde otro ángulo.
Si deciden continuar, no deje dudas. Los cambios deben quedar preestablecidos así como las consecuencias si el cambio no se produce.
Perdone siempre. El perdón es incondicional. Aunque no continúe el vínculo, encuentre fuerzas para perdonar. Así no será un rehén del pasado.
“Cómo superar la traición, si fue lo peor que me pasó en la vida”
Sandra Baez vivió un infierno hasta que logró consolidar su matrimonio por la fe. “En la adolescencia me enviaron a vivir a Misiones para alejarme de mi novio. Estuvimos separados tres años, él me fue a buscar y perdonó una infidelidad de mi parte. Pero estando casados él me pagó con la misma moneda, entonces me volví obsesiva, muy celosa. Estuvimos separados un tiempo, yo me fui con mis padres porque estaba embarazada. Él me iba a ver, pero tenía otra mujer. Cuando volvimos a vivir juntos, encontré cartitas, números de teléfono. Él me decía que no pasaba nada, entonces llamé a la chica. Ella me dijo que él no me quería, que estaba conmigo por mi hijo.
Me propuse salir adelante, aunque constantemente pensaba en morir. En ese momento quedé embarazada, así que decidí irme a la casa de mis padres nuevamente. Un día él escuchó la programación de la Universal en la radio y me llamó para que fuéramos juntos. Llegamos un día domingo, desde ese día vimos la diferencia. Volvimos a sonreír, a dialogar y nos propusimos luchar juntos. Perseveramos y todo cambió, la depresión y los deseos de suicidio desaparecieron, nos casamos y tenemos nuestra casa. Somos felices, mi marido es el mejor regalo que Dios me dio”.
Todos los jueves a las 16 y 20 h te esperamos en la Terapia del amor, Av. Corrientes 4070, Almagro.
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