Muchos se engañan creyendo que, como la Gracia de Dios es Maravillosa, también es gratuita. Pero no basta con:
- Hablar de ella.
- Sentirla.
- Anunciarla.
- Explicarla.
- Entenderla.
- Anhelarla.
Las Sagradas Escrituras nos muestran que la Gracia Divina no es gratuita:
“Y como colaboradores con Él, también os exhortamos a no recibir la Gracia de Dios en vano; pues Él dice: EN EL TIEMPO PROPICIO TE ESCUCHÉ, Y EN EL DÍA DE SALVACIÓN TE SOCORRÍ. He aquí, ahora es EL TIEMPO PROPICIO; he aquí, ahora es EL DÍA DE SALVACIÓN”. 2 Corintios 6:1-2
Para que recibamos la Gracia de Dios y esta no sea en vano, es decir, que cumpla su propósito en nuestra vida, debemos hacer nuestra parte.
“No dando nosotros en nada motivo de tropiezo, para que el ministerio no sea desacreditado, sino que en todo nos recomendamos a nosotros mismos como ministros de Dios, en mucha perseverancia, en aflicciones, en privaciones, en angustias, en azotes, en cárceles, en tumultos, en trabajos, en desvelos, en ayunos, en pureza, en conocimiento, en paciencia, en bondad, en el Espíritu Santo, en amor sincero, en la Palabra de Verdad, en el Poder de Dios…”. 2 Corintios 6:3-7
Y nuestra parte es la renuncia de nuestro propio “yo”, siendo un ejemplo para otros, porque nuestra conducta debe ser intachable como siervos de Dios.
Además, debemos perseverar, lo que implica un sacrificio de nuestra parte, y estar dispuestos, por amor a Dios, a pasar por luchas, desiertos, tribulaciones, manteniendo pensamientos puros y siendo sinceros, pacientes y bondadosos con los demás.
“… por armas de Justicia para la derecha y para la izquierda; en honra y en deshonra, en mala fama y en buena fama; como impostores, pero veraces; como desconocidos, pero bien conocidos; como moribundos, y he aquí, vivimos; como castigados, pero no condenados a muerte; como entristecidos, mas siempre Gozosos; como pobres, pero enriqueciendo a muchos; como no teniendo nada, aunque poseyéndolo todo”. 2 Corintios 7-10
Al pasar por buenos y por malos momentos debemos mantenernos firmes, independientemente de las circunstancias, por más que nos calumnien e injurien, nada puede desviarnos del propósito de la Gracia de Dios, que no se limita a este mundo, sino que se extiende a la Eternidad.
A través del sacrificio de Jesús en la Cruz se hizo posible la Gracia, por eso, quienes la desprecian también desprecian este sacrificio, viviendo deliberadamente en el pecado y siguiendo sus propios deseos.
Para que la Gracia de Dios no sea en vano en tu vida, empezá por actitudes concretas:
- Perdoná a los demás, liberándote del rencor.
- Cuidá tu Salvación, poniendo a Dios por encima de todo.
- Hablá de Jesús, no solo con palabras, sino también con tu ejemplo.
- Confiá en Él, incluso cuando todo parezca estar en tu contra.
- Practicá la justicia, aunque eso implique no agradar a todos.
“Porque la Gracia de Dios se ha manifestado, trayendo Salvación a todos los hombres, enseñándonos, que negando la impiedad y los deseos mundanos, vivamos en este mundo sobria, justa y piadosamente…”. Tito 2:11-12
Este pasaje lo resume: los que quieran ser beneficiarios de esa Gracia deben vivir en la Justicia. En otras palabras, la Gracia que Dios nos otorga demanda de nosotros una práctica constante de Su Palabra.
Acordate: ¡La Gracia tuvo un Precio! Ese Precio fue la Sangre del Hijo de Dios Derramada en la Cruz. ¡No la desprecies!
Hoy es un buen momento para evaluar tus actitudes y hacerte esta pregunta:
¿Estás valorando la Gracia de Dios o la estás despreciando con tus actitudes?
¡Nos vemos en la IURD o en las Nubes!
Ob. Julio Freitas